Capítulo 24: Envidia.

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Bella.

Las miradas de confusión no tardan en aparecer ante las palabras de Jake. Pues, apostaría todo el oro y diamantes que poseo a que ninguno de ellos se esperaría la proposición del dragón.

—¿Iremos hacia...allá?—Adelina intercala su vista entre Jake y yo.—Eso es algo...

—¿Loco? No lo creo.—Respondo restándole importancia con la mano.—Es normal entre nosotros.

—Están dementes si piensas que iremos el maldito infierno sólo por ustedes.—Akin se mete a la conversación mirándome mal.—No vamos a ir.

—Creo que entendiste mal, chucho.—Enarco una ceja y mi lengua venenosa se prepara para atacar.—Nunca dije que vendrías tú, esto sólo es por la familia de mi hermana. En ningún momento dije que vendrías, ¿o si?

 En ningún momento dije que vendrías, ¿o si?

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—Ellos no irán sin mi autorización.

—¿Y desde cuándo necesitan autorización? Porque...que yo recuerde.—Sonrío mostrando los dientes.—Tú ya no eres el alfa y James piensa dejarle el título a Tyler.

Él avanza unos pasos hacia mí, pero Lucifer se pone en su camino.

—No vamos a pelear por estúpidos celos sin sentido, ni mucho menos por tus berrinches.—Sus pupila se torna roja y varias venas se marcan alrededor de sus ojos.—Esto es más importante que todo lo demás, inclusive que tú. ¿No quieres venir? Bien por ti, pero no vas a impedir que Marcus, Adelina y su respectiva familia, vengan con nosotros. 

Akin le da una mirada mortal para, después, irse de la casa, transformándose en lobo a medio camino.

De reojo veo como Taylor toma la mano de James. Él la mira interrogante, pero ella se limita a negar con la cabeza.

—¿Por qué vamos a ir hacia allá?—Cuestiona Taylor en un susurro que todos escuchamos.

—Tenemos costumbres y tradiciones.—Se limita a responder.—Las cuales debemos seguir al pie de la letra. Son...importantes.

—No te preocupes, Taylor.—Inna deja de abrazar a su mate para acercarse a la chica.—No les pasará nada, ni yo ni mucho menos mi familia vamos a dejar que algo malo les suceda. Ahora ustedes también son familia, ¿verdad?—Ahora se dirige a nosotros.

Lucifer, Jake y yo asentimos, Carlos bosteza a mi lado, y yo le doy un pequeño golpe para que también asienta.

—¿De qué tratan sus tradiciones?—Pregunta Adelina.

Le doy una rápida mirada a Lucifer y él aprieta la mandíbula.

—Tomen asiento.—Dice él.—Esto va para largo.


(.../...)


—Entonces...—Adelina parpadea confundida.—Dicen que, para que una demonesa pueda tener hijos, ¿debe de estar casada o sino se le considerará como un hijo bastardo, además de que se le echará y se le va a repudiar? Pe...pero mi hija no es ningún demonio.

—Pero está involucrada con uno.—Contesto.—Además de que el bebé tendrá sangre de demonio en sus venas.

—¿Desde cuándo están esas reglas?—Marcus se cruza de brazos.

—Desde el principio de todo, antes también eran tomadas por los humanos...pero las fueron quitando con el tiempo.—Responde Lucifer tranquilamente.

Miro por la ventana como el amanecer se va abriendo paso entre la noche hasta mostrar los primeros rayos del sol. Un paisaje que, aunque no se compara con la belleza de los cielos en el averno, es hermoso a su manera. Inna se coloca a mi lado y ambas vemos el paisaje, paso mi brazo por sus hombros y la acerco a mí para darle un ligero beso en la frente.

—Nadie se salva de cumplir las reglas.—Digo recordando todo lo que tuve que hacer para que Inna no fuera tratada diferente.

Escucho un par de huesos acomodándose, Akin suelta una risa seca y cierro los ojos fuertemente siendo consciente de lo que va a decir.

—Hablas como si tú hubieras vivido eso.—Sigue riendo y niega con la cabeza.—Algo ilógico para la reina del averno.—Dice con burla las últimas palabras.

—Pues ésta "reina del averno".—Hago comillas con mis dedos y me separo lentamente de Inna.—Tuvo que hacer exactamente lo que dices para salvar a su hija. Así que te recomiendo que cierres tu maldita boca antes de decir otra insensatez como esas sin saber absolutamente nada de mí o de mi familia, imbécil.

—Bella...—Lucifer se posa detrás de mí y cubre mi cintura con sus brazos.—Él no tiene ni idea de las cosas que hemos pasado, no le des el gusto de hacerte enojar por cosas como esas.—Siento como va sonriendo poco a poco y yo lo imito.—¿Qué no ves que él tiene envidia porque ya no te tiene? Él ya no te puede besar, yo si. Él ya no te puede poseer, yo si. Él ya no puede disfrutar cada gesto que haces a la hora de hacer el amor, yo si. Él ya no te puede ver desnuda cada mañana...yo si.

Aunque sé perfectamente que todo lo que dice Lucifer es mentira, una parte de mí, una muy pequeña...desearía que él en verdad hiciera eso conmigo.

Pero sé que eso no va a pasar, soy como una hija para él.

Akin se abalanza sobre Lucifer y me arroja a un lado. Lucifer lo esquiva y con una sola mano lo sujeta del cuello, impidiendo así que Akin pueda atacar.

—¿En verdad creíste que un simple Alfa como tú iba a poder vencer al Rey del averno? Es la cosa más ridícula que he visto en siglos.

Me levanto del suelo hecha una fiera y le doy un puñetazo en toda la mandíbula a Akin, escuchando como ésta misma se rompe. Akin sale volando unos cuantos metros y agarra su rostro con dolor.

—Como vuelvas a hacer algo así, no te mataré, no. Te arrastraré al averno y te torturaré por toda la eternidad. ¿Entendiste?

Él levanta su vista y mis ojos conectan con los suyos, dejándome ver resentimiento, odio...y tristeza. Dejo de mirarlo y miro a los demás que han sido expectantes de todo lo ocurrido, mis hermanos —como siempre—, están en un rincón sin inmutarse en lo absoluto. Inna está con su mate y su respectiva familia.

—Nos vamos en cinco.

—Nos vamos en cinco

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Averno: Los Cuatro JinetesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora