Galilea. III

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(...)

Al entrar en la enorme casa no pude evitar sentirme incómoda y recordar la última vez que estuve aquí. Y no podía creer a quien es que venía a ver. Solo espero que ella sí me crea; pensé.

¬¡Que sorpresa muchachita!. ¬La voz a mis espaldas me hizo girar.

¬Señora Cooper. ¿Como le va? ¬Hice un saludo con la cabeza.

¬¿A qué has venido? conmigo no te hagas la decente. ¬Contestó fríamente.

¬Bien. ¬Asentí. ¬No se si me crea o no lo que voy a decirle.

¬¿Ha venido arriesgándose a que sea posible que no le crea?. ¬Arqueo ambas cejas al interrumpirme.

¬El que no arriesga no gana. ¬Conteste tajante.

¬Buen punto... Te escucho.

¬Aquí no, ¿podemos ir a un lugar más privado?-

Asintió. ¬Vamos al jardín.

Caminamos en silencio durante 5 minutos mientras no alejábamos de la casa y de los oídos de cualquiera que anduviera cerca. La señora Charlotte fue la primera en romper el silencio, que por primera vez desde que la conocía, no era un silencio incómodo.

¬Bien, al grano. ¿A qué has venido?.

¬No se si alguien se lo ha dicho ya, pero... Mire sé que lo que le diré no es fácil de creer, pero, no se a quien más recurrir, ni su hijo Edward ni Mia me creen.

¬¿Ni Mia?. Interesante. ¬Contestó, agarrando su mentón mientras Caminábamos.

¬Es más complicado de lo que cree.

Cuando termine de contarle todo lo que Gali me dijo, y que su hijo no me creyó y que también Mia lo sabía y no le creían a su hija... La señora Cooper estaba pensativa, como en el limbo y...¿ocultando lágrimas?.

¬Lo sospechaba, pero, no creí que fuese posible. ¬Susurro pero aun así logré escucharla.

¬Entiendo que no me crea pero... ¿Espere que dijo?. ¬Pregunte incrédula con los ojos abiertos de par en par.

Sonrío de forma triste. ¬Mi marido... no es lo que todos creen muchacha.

¬Ya lo veo. ¬La interrumpí y ella asintió.

¬También entiendo que mi hijo no te haya creído porque Charly maneja a todos en esta familia aunque te parezca que soy yo, en realidad, nosotros solo somos sus peones. Pero sabes... Hay algo que no me agrada, hay gato encerrado...

¬¿El qué?. ¬Fruncí el ceño.

¿Gato encerrado?, no es que no pensará lo mismo, pero lo que me sorprendió es escucharlo de la señora Charlotte Cooper. Una mujer de mundo como se las daba y haciendo ese tipos de dichos, quizá en otras circunstancias me habría carcajeado, pero no era el momento ni el lugar ni mucho menos la situación.

¬No entiendo porque Mia no te cree... ¬Se quedó pensativa mientras hablaba.

¬Lo mismo me he estado preguntando durante todo el camino aquí, eso es algo que no logro descifrar.

Asintió. ¬Gracias.

¬¿Perdón? No entiendo.

¬Por venir a decírmelo, se que no he sido la mejor de las personas contigo y, aun así, mira ¬Me señaló. ¬Aquí estás, caminando conmigo mientras estamos platicando como dos grandes amigas, sin siquiera hablarnos de usted.

¬¡Oh! lo siento. No me había percatado, me disculpo. ¬Me sonroje por estúpido que parezca.

¬No tienes porque hija, te confieso que nunca me has caído del todo mal.

Dos Hombres, Una Elección.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora