Estaba comenzando a sentir algo por él

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– ¡Y no regresen!

– ¡Este ha sido el mejor lugar de donde nos han corrido! – Grita Jack, acomodando su playera.

Esta había sido la sexta tienda de muebles de donde nos habían corrido y sin embargo aún me reía como si fuera la primera.

– ¡Dios! – Exclame llevando mis brazos alrededor de mi estómago – Jamás había reído tanto en mi vida.

Con una sonrisa se acerca a mí; su mano sacude mi cabello haciendo que varias plumas caigan de este. Ni siquiera me había dado cuenta que se habían quedado pegadas a mí.

– Parecías que llevabas un nido en tu cabeza – Bromeó quitando una pluma de un mechón de mi cabello.

– Gracias – Con una sonrisa me pongo de puntas para alcanza su cabello haciendo lo mismo que él y así empezar a quitar varias pequeñas plumas que había en el – Tú estás igual o peor que yo.

Concentrada en mi trabajo puedo sentir como la mirada de Jack está concentrada en mí. Como si estuviera examinando cada rasgo de mi rostro.

– ¡Listo! – Anuncio alejándome un paso de él – Regresemos a casa.

– Aún no – Dijo abriéndome la puerta del copiloto – No tienes tu cama todavía.

– Jack, nos han echado de todos lados – Respondí cruzándome de brazos – Creo que esta fue la última tienda que está más cerca de la casa.

– Eso es cierto – Reconoció con una sonrisa – Pero aún hay un lugar donde no hemos ido – Mi ceño se frunce al oírlo – Y te aseguro que en ese lugar no nos pueden correr, aunque quisieran no pueden hacerlo.

– ¿A qué te refieres?

– No preguntes y solo entra.

Sin preguntar otra cosa entro a la camioneta poniendo mis ojos en blanco. Y treinta minutos más tarde estábamos afuera de un centro comercial.

Había olvidado por completo su existencia ya que desde que me había mudado solo lo había visto una vez desde el auto de mi abuelo. Prometiéndome que si un día era feliz de nuevo iba a venir de compras aquí.

Sin poder evitarlo el recuerdo de ese día hace que las necesidades de llorar lleguen a mí.


– Mira, Elsa, ese centro comercial – La voz de mi abuelo hace que levante mi cabeza del asiento para poder verlo – ¿Qué te parece si nos detenemos y vamos de compras?

– No – Me apresuro a responder volviendo a acostarme en el asiento trasero – No quiero estar rodeada de tanta gente.

Mi abuelo me mira por el espejo retrovisor. Puedo ver en sus ojos tristeza, desilusión, dolor y sobretodo lastima. Odiaba que me vieran todo el tiempo de esa forma ya no quería que mi madre, mis abuelos y mi hermana me vieran así... Ya no.

Llevo mi cuaderno a mi pecho aferrándome a él; tratando de que no me afecte la mirada triste de mi abuelo.

– Te prometo que cuando me sienta mejor iré de compras – Dije fingiendo una sonrisa – Lo prometo.

– Esta bien – Se alegró con tan solo oír una promesa vacía – Gracias.

Si tan solo hubiera sabido que ese iba a ser el último día que iba a estar con mi abuelo, hubiera dicho que sí, hubiera aceptado salir de compras con él, hubiera sido yo la que le debió haber dicho "Gracias" por intentar hacerme feliz.

Querida Elsa:Donde viven las historias. Descúbrelo ahora