Terminamos

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—Muchas gracias por la oportunidad.

Extiendo aquel vestido amarillo al hombre que está sentado frente a mí. Él lo toma mirándolo unos segundos para ver que no tenga aquella mancha café que le había dejado ayer con mi caída.

—Dime una cosa —dijo, dejando de lado el vestido y viéndome ahora a mí—. ¿Ya sabes qué vas a hacer?

—No lo entiendo.

—¿Ya encontraste otro trabajo?

Niego con mi cabeza como mi respuesta. No entendía como me preguntaba eso: si apenas ayer me había quedado sin empleo y jamás tuve que buscar un segundo trabajo ya que sentía a este seguro, pero ahora que lo pensaba debía empezar a buscar otro de inmediato.

Al menos tenía mis ahorros y eso me podía ayudar hasta que empezará otra vez a trabajar.

—Como agradecimiento por tu tiempo de haber trabajado con nosotros —Su mano abre un cajón de su escritorio, sacando de este un papel—, te aconsejo que vayas al centro comercial, parece que necesitan a una chica como tú.

Tomo el papel que me esta extendiendo para ver que era para una tienda de ropa. Yo cumplía con los requisitos y tal vez con un poco de suerte podría ganarme el empleo. Solo espero que ya ninguna otra persona lo haya tomado.

—Muchas gracias —Guardo el folleto en mi bolso. Tal vez pueda pasarme en la tarde—. Hasta luego.

—Suerte, Elsa.

Salgo de su oficina cerrando la puerta a mis espaldas. Y casi al momento llegan a mí Rapunzel y Merida.

—¿Cómo esta eso de qué te despidieron? —preguntó Merida—. ¿En serio no puedo descansar un día y qué no hagas alguna tontería?

—Ya basta, Merida —Intervino Rapunzel—. ¿Entonces ya no vas a trabajar con nosotras?

Niego con mi cabeza. Rapunzel se abalanza a mi cuerpo dándome un fuerte abrazo que hizo que diera un paso hacia atrás, por la fuerza que utilizó. Correspondo su abrazo en volviendo mis brazos alrededor de su cintura.

—¡Si tú te vas yo me voy contigo! —chilló Rapunzel—. Espera que ahora mismo renuncio.

Apenas alcanzo a tomar su muñeca para impedirle que haga alguna locura por mi culpa.

—No lo hagas —digo soltando su muñeca—. Tú necesitas el empleo.

Rapunzel se queda un momento pensando antes de darse por vencida y aceptar el no renunciar de la hamburguesería.

—Pero un día lo haré —advierte provocando que Merida y yo riamos—. Se los juro.

—Te creo —Le sonrío a mi amiga antes de darle un fuerte abrazo y después hacer lo mismo con Merida—. Vendré a verlas.

—¿Ya te vas? —inquirió Merida—. ¿No puedes quedarte?

—No puedo —Por reflejo miro por la ventana para poder ver a Aster: su cadera estaba recargada sobre la cajuela de su auto, sus brazos los tiene cruzados, en su rostro estaban unos lentes oscuros y en su boca había un cigarrillo—. Me están esperando.

—¿Por qué no entro, Jack? —cuestionó Rapunzel, con una de sus cejas arqueadas.

—No vine con él —confieso—. Bueno las dejo, las llamare después.

Les doy un beso en la mejilla a cada una y de inmediato salgo de la hamburguesería. El sol calienta mi cuerpo cuando camino hasta quedar frente a Aster.

Luce tan tranquilo mientras fuma, su saco ya no lo llevaba puesto, las mangas de su camisa las tenía arremangadas dejándome ver que en su antebrazo derecho tenía un tatuaje: era de un árbol grande que abarcaba casi en su totalidad su antebrazo, era en blanco y negro y en una de las ramas colgaba una manzana verde, la cual era la única que llevaba color.

Querida Elsa:Donde viven las historias. Descúbrelo ahora