Sola

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Mis manos no dejan de temblar cuando me siento en una de esas sillas que ofrece el hospital para que las personas esperen buenas o malas noticias de sus seres queridos. Bajo mi mirada para ver a mi hermano con su rostro rojo por tanto llorar, sus pequeños sollozos los escucho al dejar de verlo para ahora poner toda mi atención en el celular que esta en una de mis manos: Aquel teléfono que le pertenecía a mi madre y que ahora estaba con la pantalla quebrada y con algunas gotas de sangre.

Lo enciendo viendo al instante una foto de John y Clayton sonriendo a la cámara, voy directo a sus contactos y busco el de mi hermana, siendo este uno de los primeros. Trato de calmarme y llamo a ese número acercando el teléfono a mi oído.

—Hola, mamá.

—Anna, soy Elsa —La escucho suspira de cansancio al otro lado del teléfono—. Nuestros padres tuvieron un accidente, están en el hospital.

Todo quedó en completo silencio del otro lado.

—Estas mintiendo.

—No miento, ahora mismo los están operando. Debes venir para acá.

Le doy el nombre del hospital y casi al momento ella termina la llamada. Bajo a los demás contactos de mi madre y presiono el nombre de Adam, llamando a mis tíos para que ellos también vinieran. Ambos me tratan de tranquilizar mientras me dicen que vendrán al hospital.

Termino la llamada y veo la hora, viendo que estaban a punto de ser las once treinta, solo tenía treinta minutos para evitar que Jack se fuera. Golpeo con la palma de mi mano mi frente cuando recuerdo haber dejado mi bolso con mi celular dentro en la casa, maldecía el no haberlo traído conmigo al tratar de recordar los últimos dígitos del número de Jack.

Siempre pensé que no era necesario aprenderme su número: Ya que siempre estábamos juntos y cuando no lo estábamos él era quien siempre me llamaba. Cierro mis ojos como si eso me ayudara a recordar esos últimos cuatro dígitos, siendo un esfuerzo inútil, no podía recordar cuales eran esos números.

La única opción que tenía en este momento era esperar a que Anna llegara, ella tenía su número en su teléfono, esa era la única opción que tenía para poder comunicarme con él.

Me levanto de la silla guardando el teléfono de mi madre en uno de los bolsillos delanteros de mi pantalón y me alejo de las demás personas que como yo, solo esperaban recibir buenas noticias. Camino hasta quedarme de pie frente a la entrada del hospital, lo suficientemente lejos para poder respirar aire fresco y los suficientemente cerca para poder escuchar si algún doctor sale con noticias de mis padres.

Recargo mi espalda en la pared mientras arrullo a mi hermano con una canción de cuna, viendo como poco a poco sus pequeños y hermosos ojos verdes comienzan a cerrarse, durmiendo entre mis brazos. Lo miro acomodarse cerca de mi pecho, dejando su frente recargada y sintiendo ligeramente su respiración impactar contra mi piel.

Dejo de mirar a mi hermanito para mirar hacia esas puertas de cristal, viendo como mi hermana baja de un taxi y se apresura a entrar al hospital con su respiración agitada.

—¿Cómo están? —preguntó exaltada.

—Aún los están operando —expliqué. La miro llevar una de sus manos a su cabello, peinándolo hacia atrás y levantando unos instantes su flequillo, dejándome ver un poco su frente—. Anna, necesito un favor.

Ella se detiene y me mira con su entrecejo fruncido.

—¿Qué favor?

—Necesito que me prestes tu celular.

Camina y se queda de pie frente a mí, cruzándose de brazos.

—¿Para qué?

Por alguna razón tuve la esperanza de que si le decía la verdad ella entendería o que al menos no querría pelear ahora por Jack, no ahora que estábamos en un hospital mientras esperábamos alguna noticia de nuestros padres. Inhalo una gran bocanada de aire antes de hablar.

Querida Elsa:Donde viven las historias. Descúbrelo ahora