Feliz Cumpleaños

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❤ Maratón 1/6 ❤ 

Suspiro de cansancio al estar tanto tiempo parada, mientras que la modista estaba acomodando el largo de mi vestido —el cual  llegaba hasta mis tobillos—.

—¿Te queda bien? —preguntó mi madre.

La miro desde el reflejo del espejo. Su mirada esta puesta en mí, al igual que la de Anna, ambas estaban atentas en mi expresión.

—Sí, me gusta el color que elegiste.

Aparto mi mirada de ellas, viendo ahora hacia al frente, para ver mi reflejo. El vestido era de corte imperio, la tela era de chiffon, el escote era en forma de corazón y era de un hermoso color azul turquesa. No me disgustaba la imagen que veía: parecía como una princesa con el vestido que mi madre había elegido para su boda.

—Sabía que te gustaría el color —Mi madre se pone de pie, acercándose a mí—. Luces muy hermosa.

Su mano se coloca sobre uno de mis hombros, brindándome una dulce sonrisa; yo respondo a su gesto, brindándole una sonrisa. Mi madre siempre me hacía sentir mejor con solo unas pocas palabras y solo quería que ya llegara el día de su boda: ya quiero verla feliz a lado de John y vestida de blanco.

—Gracias mamá.

Después de unos minutos de esperar a que nos empacaran nuestros vestidos, salimos de ahí. Con cuidado dejamos los dos vestidos de dama de honor y de novia en el asiento trasero. Las tres subimos al auto de mi madre: un gol blanco.

Nos fuimos de ese lugar.

—Ven a comer a la casa mamá —dijo Anna, desde el asiento trasero—. Compraremos pizza.

—Es una buena idea —comenté, bajando mi ventanilla—: Tal vez este va a ser el ultimo día que estemos las tres solas, antes de tu boda.

Mi madre se detiene en un semáforo en rojo, para después ver a mi hermana desde el espejo reto visor y después verme a mí.

—Está bien.

Todo el camino estuvimos hablando de los preparativos de la boda, hasta que por fin llegamos a la casa. Anna y yo tomamos nuestros vestidos y de inmediato subimos a nuestras habitaciones para colgarlos; parecíamos como unas niñas que llegaban del colegio y que de inmediato iban a ver la televisión.

Cuelgo el vestido en el gancho que estaba detrás de la puerta de mi habitación, lo contemplo unos segundos, viendo solo esa bolsa rosa que tenia el nombre de la tienda en donde había sido comprado, solo dejándome ver un poco el largo del vestido.

—¡Niñas! —gritó mi madre—. ¡Bajen!

Escucho los pasos de mi hermana correr en el pasillo y después bajar las escaleras. Me quedo unos segundos más contemplando mi vestido, antes de bajar y reunirme con ellas.

—Elsa, ¿quieres acompañarnos por las pizzas?

—Creía que llamaríamos.

—Preferimos salir —agregó Anna—. Ven con nosotras.

Niego con mi cabeza. —Vayan ustedes, yo me quedaré a hacer algo.

—¿Qué es? —Se apresuró a preguntar Anna.

—Es una sorpresa.

Ambas intercambian una mirada antes de aceptar e irse. Al estar sola me acerco al hueco de las escaleras, abriendo la pequeña puerta y ver dentro de esta, una pequeña habitación en donde estaban todas las cosas navideñas que mi abuelo había comparado y que yo nunca quise utilizar.

Querida Elsa:Donde viven las historias. Descúbrelo ahora