Mi necesidad de ella

1.9K 154 321
                                    

❤ Maratón 4/6 ❤    

—Por favor, déjeme ir —suplicó apunto de romper en llanto—: Mi mamá me está esperando.

—¿Tu mamá o ese niño rubio?

Siento mi sangre congelada al saber que él sabe de Adrien.

«¿A caso me había estado siguiendo durante todo este tiempo?».

Completamente aterrada corro hasta llegar a la puerta; solo alcanzo a rozar con las yemas de mis dedos el picaporte, antes de sentir como su mano toma mi cabello y tirar de el con fuerza.

—No iras a ningún lado.

Mis uñas las aferro a la piel de su muñeca, luchando por mi libertada. Comienzo a patear cuando me arrastra por el suelo, regresándome a esa cama.

—¡Suélteme! ¡Por favor!

Y aunque lucho por liberarme... Sé que nadie va a poder ayudarme, nadie me va a escuchar y nadie va a poder evitar lo que él va a hacerme.

«¡No! ¡Por favor! ¡Adrien, ayúdame! ...».

—¡Elsa!

Mis ojos se abren de golpe. Todo es oscuridad, pateo lo más fuerte que puedo y doy golpes a las manos que tratan de tocar alguna parte de mi cuerpo, me alejo lo más que puedo, hasta que mi espalda golpea contra la cabecera.

«No otra vez, no otra vez...».

Mi respiración comienza a acelerarse cada vez más, gemidos de impotencia y dolor brotan de mi garganta, mi cuerpo empieza a sudar frío, lágrimas resbalan por mis mejillas y mis manos se aferran a mi cabello. Cierro mis ojos con fuerza tratando de ya no ver la imagen de esa oscura habitación.

—¡Despierta a los chicos! —gritó. Diferencio la voz de Merida, su tono es mandante pero también puedo sentir que esta preocupada—. ¡Rapunzel!

Pasan unos segundos, antes de escuchar como una puerta se abre y seguido unos pies correr a toda velocidad.

Mi pecho comienza a dolerme cada vez más, no puedo respirar y siento que en cualquier momento me desmayare si no logro tomar aire. Trato de recordar cómo me decía mi madre que debía hacerlo si esto pasaba y nadie podía ayudarme, pero... nada: no logro recordar nada; mis manos se aferran con más fuerza a mi cabello que empiezo a sentir mis uñas humedecerse por culpa de mi sangre.

«¡Estas lastimándote! ¡Basta! ¡Detente! ¡No es él! ...».

Siento como alguien sube a la cama, se acerca hasta llevar sus manos a mis muñecas tomándolas con firmeza, apartando mis manos de mi cabello —sin abrir mis ojos— trato de zafarme del agarre de esa persona: golpeo su pecho y doy patadas, golpeando tal vez sus piernas.

—¡Elsa, basta! —ordenó en un grito—. ¡Mírame!

Mis ojos se abren. Miro al chico de ojos azules que esta frente a mí, sus manos sueltan mis muñecas para llevarlas a mis mejillas; siento su cuerpo temblar cuando sujeta mi rostro para que solo lo mire a él.

—Respira conmigo —Inhala y exhala repetidas veces. Hago lo que él me dice e imito su respiración, mirándolo a los ojos—. Así es, lo estás haciendo bien.

Mis manos las llevo hasta sus muñecas, aferrando mis uñas a su piel, él hace una expresión de dolor, pero no me suelta, deja que me aferre a algo... deja que me aferre a él. Poco a poco siento como mi respiración comienza a regularse cada vez más al hacer lo que él me estaba pidiendo.

Querida Elsa:Donde viven las historias. Descúbrelo ahora