El mejor día

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—¡Llegué! —informé, dejando mi maleta en el piso. Siendo recibido por Olaf quien no dudo en a balancearse directo hacia mí—. Hola, niño.

Levanto mi cabeza para ver a Elsa sentada sobre el sofá, no parece que se haya dado cuenta que había llegado, parecía que estaba perdida en sus pensamientos. Con mi entrecejo fruncido me acerco lentamente a ella tratando de no llamar su atención y darle un pequeño susto.

—¡Morita! —vociferé, provocando que su cuerpo diera un leve salto por la sorpresa de verme sentado a su lado—. ¿Cómo es qué no me escuchaste llegar? —Sonreí, pero esa sonrisa poco a poco se desvaneció al ver su expresión: Que delataba que había estado llorando—. ¿Elsa? ¿Qué sucedió? ¿Por qué lloras?

Ella parece reaccionar a mis palabras, parpadea un par de veces llevando sus manos a sus mejillas que aun tenían el rastro de unas lágrimas secas. Se limpia rápidamente su rostro con la manga de su playera para ahora brindarme una sonrisa forzada.

—No es nada, es solo que miraba una película, y al final el protagonista se murió —explicó—. Perdón, no te escuché llegar. Estaba aún pensando en el final —Se levantó del sofá yendo directamente a la cocina, toma un vaso de cristal y lo llena con agua fría que no demora en acabársela, como si hace mucho tiempo no hubiera bebido un vaso de agua—. Jack.

—Dime.

Me levanto del sofá para ir hasta donde estaba, quitando de su mano el vaso de cristal —ahora ya vacío— para ser yo quien lo vuelva a llenar y ser yo quien beba el contendido que había dentro. Mi mirada no se aparta de la cabeza agachada de Elsa, que parecía esperar a que yo terminara de beber para poder continuar. Dejo el vaso en la repisa para ahora darle toda mi atención a esa chica que era lo mejor que me había pasado.

—Nunca he visto el mar —confesó apenada—. ¿Qué te parece si vamos a una playa?

—¿Ahora? —pregunté incrédulo.

—Sí, vamos y también invitemos a los demás —Lleva sus manos a mis brazos mientras da pequeños saltos de felicidad como si fuera tan solo una niña emocionada por ir a un parque de diversiones—. ¿Podemos hacerlo, Jack? ¿Podemos ir a la playa?

Saco mi celular de uno de los bolsillos de mis Jeans para ver la hora. La playa más cercana estaba a unas cuantas horas, y si nos íbamos ahora podríamos llegar aún con la luz del sol alta; pienso un momento antes de levantar mi mirada y ver a Elsa esperando una respuesta impacientemente mientras mordía su labio inferior esperando tal vez tener una respuesta afirmativa.

Después de todo mañana ya tendría los resultados de la prueba de paternidad, y hoy podría ser nuestro último día de tranquilidad antes de que Elsa sepa la clase de persona que era su hermana en realidad. Yo debía aprovechar este día, además quería estar con ella todo el día si fuera eso posible.

Asentí con mi cabeza como respuesta ganándome un fuerte abrazo por parte de Elsa, quien se colocó de puntas para poder envolver mi cuello con sus delgados brazos. Se separa unos centímetros para llevar sus labios a mi mejilla y dejarlos unos segundos ahí, besándome delicadamente.

—Guardaré algo de ropa en una mochila, no tardaré. Tú avísales a los demás para que nos vean haya.

Sin esperar mi respuesta se fue corriendo descalza hacia la habitación, haciéndome sonreír por lo fácil que era hacerla feliz, por ser tan simple que con solo un viaje a la playa la podía hacer la mujer más feliz del mundo. Tomo el teléfono que está colgado en la pared llamando a cada uno de mis amigos y decirles a que playa debían ir, todos respondiendo con un sí.

Mis dedos parecen no moverse cuando trato de marcar el número de Hiccup, no estaba seguro si lo quería ver cerca de Elsa. No quería admitir que sentía celos de que ellos fueran a estar hablando y que ella prefiriera estar con él que conmigo, en este día que tal vez podría ser el ultimo antes de que una tormenta se avecinara.

Querida Elsa:Donde viven las historias. Descúbrelo ahora