Mentiroso

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—Lo siento, no podré irme contigo —respondí apenada—. Mi compañera, Colette, enfermo y debo cubrir su turno.

—¿Entonces a qué hora saldrás? —preguntó cruzándose de brazos.

—Tal vez a las diez.

Jack se queda callado unos segundos, agacha su cabeza mientras suspira cansado. Al parecer le molestaba la idea de tener que volver a venir.

—Entonces vendré a las diez.

—No es necesario, puedo tomar un taxi o puedo tomar el último autobús.

—No, vendré por ti.

Me sonríe antes de salir del local. Las luces de su camioneta se encienden cuando el abre la puerta, dejándome ver unos segundos a Olaf en el asiento trasero. Antes de que ambos desaparezcan en las oscuras calles.

Suspiro cansada ya que el día de hoy estaba trabajando dos turnos, pero lo único que me mantenía en pie es que mi jefe había prometido pagármelo. Y no voy a negar que el dinero lo necesitaba: ya que estaba cerca de poder compararme un celular, «creo que yo soy la única chica en este mundo que no tiene un celular».

Miro el reloj de la pared viendo que ya eran más de las ocho de la noche, aún había una pareja y dos familias comiendo felices nuestras hamburguesas, mientras charlaban, sonreían y se miraban felices, sobretodo la pareja.

A veces me pregunto... ¿Qué se sentirá que una persona este enamorada de ti?

¿Qué solo quiera estar contigo y que tú también solo quieras estar con él?

Regreso a la realidad cuando escucho la campana sonar, volteo mi mirada recibiendo al cliente con una sonrisa.

—Bienvenido a Weselton's.



Sin darme cuenta el tiempo pasó volando y la hamburguesería cerró. Alfredo se encontraba guardando su mandil y su cofia en su locker mientras que yo sacaba mi abrigo y colgaba mi bolso en mi hombro.

—Ya está lloviendo. —anunció, colocándose su chaqueta.

—Sí, mejor demos prisa.

Ambos cerramos la puerta de nuestro locker, caminando hacia la entrada en donde nuestro jefe nos esperaba para poder cerrar con llave.

—Deprisa que no tengo toda la noche.

Al salir el frío viento mueve mi cabello con brusquedad que me obligo a apartarlo de mi rostro. La lluvia caía con gran intensidad que no dudaba que en cualquier momento fuera a caer granizo.

—¡Cielos! La chica del clima dijo que no iba a ver lluvias. —informó Alfredo.

Al igual que mi compañero llevo mis manos a mi cabeza para tratar de no mojarme.

—Los veré mañana, no lleguen tarde.

Mi jefe se apresura a correr hasta llegar a su coche, un viejo Beetle negro. Alejándose poco a poco de nosotros.

—¿Quieres qué te llevé? —Me sonríe, haciendo que las pecas de su rostro se muevan—. Bueno no tengo un carro, pero te puedo a acompañar a tomar un taxi o si quieres te pido uno.

Rápidamente saca su celular de su bolsillo trasero de su pantalón.

—No, gracias —Sonrío al verlo tan nervioso—. Alguien va a venir por mí, así que no te preocupes.

—¿Segura?

Asiento con mi cabeza, mientras veo que su cabello naranja que siempre es completamente rizado ahora parecía lacio por lo mojado que estaba. Guarda su celular con una sonrisa tímida mientras ve hacia la calle sola.

Querida Elsa:Donde viven las historias. Descúbrelo ahora