Rayo de luz

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—¡No quiero! —grité, saliendo de la camioneta—. ¡No lo haré!

Corro tratando de alejarme lo más que puedo de esa casa que conocía a la perfección y ahora también huyendo del albino que salió de la camioneta para correr detrás de mí, corro lo más rápido que puedo cuando escucho sus pasos cada vez más cerca de mí.

—¡Elsa! —llamó en un grito—. ¡Ven acá!

Y aunque me esfuerzo para correr más rápido, no sirve en absoluto cuando él me agarra del saco y evita que yo siga moviéndome. Me jala hacia atrás para que esté a su lado y sin decir nada me sube a uno de sus hombros.

—¡Jack, bájame! —ordené en un grito.

—Si lo hago volverás a huir.

Me rindo cuando lo veo subir los primeros escalones del pórtico, dejando caer de golpe mis brazos y mis piernas al ver que de nada servía seguir evitando esto. La mano de Jack toca la puerta y esta no tardó en abrirse.

—Buenas tardes, Iduna. —saludó amablemente Jack.

—Hola, mamá. —Sacudo una de mis manos, levantándola para que mi madre la vea por encima del hombro de Jack.

—Hola, los estábamos esperando, por favor, pasen.

Recargo uno de mis codos en la espalda de Jack, dejando mi barbilla sobre mi mano cuando entramos, viendo como mi madre cierra la puerta al vernos dentro. Me sonríe antes de adelantarse y poder abrir las puertas de cristal para que Jack y yo entremos a la sala.

—Buenas tardes, señor —Volvió a saludar amablemente—. Aquí le traigo a su hija, sana y salva.

—Hola, papá. —Saludo con mi mano libre, sin ver su rostro.

—Muchas gracias, puedes dejarla sobre el sofá.

«¿A caso soy un maldito paquete?»

Jack me deja sobre el sofá con delicadeza, dejándome sentada sobre el sillón más grande, John estaba a mi lado derecho sentado con Clayton sobre su regazo, mientras este no dejaba de meterse a la boca una paleta de caramelo; mi madre también se une a nosotros y se sienta a un lado de John mientras nos mira a Jack y a mí con su entrecejo fruncido sin saber por qué les habíamos pedido que nos viéramos el día de hoy.

Miro a Jack, parado a un lado de mí. Lucia tan nervioso que no podía ocultarlo, sus manos estaban hechas puño y no dejaba de mover sus delgados dedos con rapidez, podía notar que decía el abecedario rápidamente en un susurro siendo solo audible para mí y su cabeza estaba agachada como si fuera un niño que fue regañado por sus padres.

Tomo una de sus manos notando lo sudorosa que estaba y que delataba que efectivamente él estaba nervioso por presentarlo hoy como mi novio. Lo obligo a sentarse a mi lado, llevando nuestras manos entrelazadas a mi regazo.

—Mamá, papá. Quiero pedirles perdón —comencé a decir—. Le hice algo horrible a mi hermana y entendería si ustedes también ya no quisieran hablarme después de haberla traicionado.

—Morita —llamó Jack en un susurro—. Déjame a mí explicarles —Jack aprieta mi mano con más fuerza antes de levantar la cabeza y poder ver a mis padres—. Antes que nada, quiero ofrecerles una disculpa, jamás fue mi intensión jugar con Anna, nunca quise hacerle daño a su hija y mucho menos quiero hacerle daño a Elsa.

Mis padres no dejan de mirarnos con su entrecejo fruncido como si no entendieran lo que queríamos decirles.

—Yo me enamoré de Elsa, cuando estaba saliendo con Anna, pero jamás pasó por mi mente que ella en algún momento fuera a corresponder mis sentimientos —continuó explicando Jack—. No quiero que ustedes crean que solo estoy jugando con sus hijas o algo parecido, yo amo a su hija y ahora que ella aceptó el salir conmigo..., nos gustaría que aceptaran nuestra relación. Sé que lo que pido tal vez es algo imposible o tal vez un descaro por mi parte ya que ustedes me conocieron como el novio de su hija menor y mírenme, ahora soy el novio de su hija mayor. Pero, lo que digo es verdad, yo amo a Elsa, y haré lo posible para hacerla feliz.

Querida Elsa:Donde viven las historias. Descúbrelo ahora