Despierto con un maldito dolor de cabeza, me levanto torpemente de la cama cayendo al instante sobre el duro y frío piso. Olaf es el único que me acompaña y me anima con varios lengüetazos en mi rostro, le sonrío y acaricio su cabeza intentando agradecerle el que estuviera conmigo en estos momentos.
Me levanto del piso y camino por el pasillo, deteniéndome cuando el teléfono suena con fuerza cerca de mi oído como si ese maldito quisiera molestarme. Lo fulmino con la mirada como si ese objeto sintiera, tomándolo de mala gana y respondiendo esa llamada.
—¿Quién?
—Jack, soy Aster —dijo con un tono de angustia—. Papá, tuvo un infarto.
No necesitó decirme nada más para que de inmediato preguntara en qué hospital estaba, terminado la llamada al tener el nombre. Me apresuro en ir hasta mi habitación y tomar mis tenis, sin importarme el no ducharme. Tomo las llaves y salgo, yendo al estacionamiento e ir como un rayo hasta donde estaba mi padre.
La noche anterior había bebido, me habían rechazado y abofeteado, tenía una maldita resaca a las tres de la tarde y la cereza del pastel para este magnífico día era que mi padre estaba en el hospital. Las cosas estaban saliéndome mal, era como si Elsa se hubiera llevado mi buena suerte con ella.
El rechinido de las llantas al llegar llama la atención de algunos que caminaban cerca, salgo cerrando con un fuerte portazo y corro hacia la entrada del hospital, encontrándome en la planta alta a mis hermanos, Mavis, Astrid y mi madre que parecía que no podía parar de llorar.
—¿Cómo está? —pregunté preocupado.
Aster se levanta de la silla al igual que Mavis, quien se apresura a tomar su mano.
—Aún no nos han dicho nada. —informó Aster.
Mi madre se apresura a llegar a mí, me abraza y llora sobre mi hombro. Correspondí su abrazo viendo como Aster volvía a sentarse, sus manos las lleva a su rostro, Mavis a su lado lo abraza tratando de reconfortarlo, haciéndome sentir celos de que él sí tenga a la mujer que ama a su lado; Jaime está recargado en la pared, sus brazos están cruzados mientras mira algún punto fijo del piso, a su lado se encuentra Astrid, quien pasa uno de sus brazos por encima de los hombros de mi hermano, y por último está Emma, quien mira por la ventana totalmente decaída.
—Todo estará bien, mamá.
Se separa lentamente de mí, limpiando sus lágrimas con un pañuelo, asintió con su cabeza y se alejó, caminando en medio del pasillo de derecha a izquierda. La miro y también camino hasta sentarme a un lado de Aster, dejando mis codos sobre mis rodillas y dejando que mis antebrazos cuelguen.
—¿Dónde está, Elsa?
Miro a mi hermano, quien espera una respuesta por mi parte, a lo que solo respondo agachando mi cabeza y negar con ella como mi respuesta. Ambos parecen notar que no estaba de ánimos para hablar y mucho menos si se trataba de Elsa, de esa chica que al parecer siempre estuvo jugando conmigo y con mis sentimientos, volviendo a repetir esa historia una vez más.
Las horas pasan con lentitud notando que comenzaba a oscurecer cuando un doctor se acercó a nosotros y nos aclaró que mi padre estaba bien, pero que necesitaba reposo. Mi madre fue la primera en entrar a la habitación, prometiendo que no lo despertaría ya que lo único que ella quería era ver a su esposo.
Jaime y Astrid se abrazan al saber que nuestro padre estaría bien, Emma abraza a Mavis y Aster solo me mira con sus brazos cruzados mientras me hace una señal con su cabeza que me indicaba que lo acompañara, cosa que hice sin dudar. Caminando hasta llegar al elevador e ir a la cafetería, siendo mi hermano quien se encargó de llevar dos tazas de café a nuestra mesa.

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Querida Elsa:
FanfictionA veces solo necesitas esperar a que llegue la persona que hará que olvides... Tu pasado