Querida Elsa:

Muerta en vida

Despierto antes que él. Aún duerme plácidamente a mi lado, como si hace mucho tiempo no durmiera tan bien; Sus ojos están cerrados, dejando que esas largas pestañas caigan y rocen sus pómulos, su cabello está despeinado en su totalidad que los mechones casi tapan por completo su frente, su espalda desnuda luce tan suave aun cuando las marcas de mis rasguños están presentes, su mejilla derecha reposa cómodamente sobre la acolchada almohada y el edredón cubre hasta su cintura, evitando que pueda ver su desnudo trasero.

Volteo mi cuerpo para poder contemplar mejor esa bella imagen de él durmiendo a mi lado, luciendo tan relajado y feliz por lo que había pasado ayer, haciendo que parezca todo como un hermoso sueño del cual ninguno de los dos quería despertar.

Lo miro dormir una última vez, llevándome conmigo esa noche que pasamos juntos.

Con una lágrima resbalando por mi mejilla, me levanto sigilosamente de la cama, tomé del piso esa toalla que había utilizado Jack la noche anterior, cubriendo mi desnudo cuerpo. Camino de puntillas hasta llegar al tocador y tomar de este la mochila que traía ropa mía limpia, entrando con ella al baño al momento de haberla tomado.

Cierro silenciosamente la puerta, camino hasta llegar al lavabo dejando mi mochila encima de este. Levanto mi cabeza y miro mi reflejo, viendo como las lágrimas comenzaban a caer por mis mejillas, me obligué a llevar una de mis manos a mi boca para evitar que mis sollozos los escuchara Jack y despertara, aferrando mi otra mano al nudo de la toalla que estaba sobre mi pecho, sintiéndome impotente de no poder evitar el seguir llorando, cada vez más fuerte.

Me obligué a calmarme, para poder continuar con lo que me disponía a hacer: Abro el grifo del agua mojando mi rostro con la frialdad del líquido transparente, limpio mis mejillas queriendo borrar el rastro de las lágrimas que había derramado hasta hace apenas unos segundos. Lavé lo mejor que pude mi rostro con ese pequeño jabón blanco que ofrecía el hotel, terminando en cuestión de minutos.

Me apresuro en colocarme mi ropa al sentir que no tenía el tiempo suficiente para darme una ducha.

Al terminar veo mi reflejo: Viéndome vestida con un pantalón de mezclilla negro, una camiseta blanca de tirantes y sobre esta una chaqueta del mismo color y material que el de mi pantalón. No me molesto en tan siquiera preocuparme por no lucir en mi rostro una sola pizca de maquillaje, después de todo ese era el menor de mis problemas en este momento.

Salgo del baño teniendo cuidado de no despertarlo al momento de abrir la puerta, camino una vez más de puntas hasta llegar a los pies de la cama y tomar de este mis tenis que se encontraban allí. Meto a mi mochila mi ropa sucia, subiéndola a mi hombro cuando me cercioro de no dejar nada mío en el hotel.

Abro la puerta principal con cautela, maldiciendo cuando un chirrido sonó por parte de esta, provocando que el cuerpo de Jack se moviera, dejándome ver ahora una perfecta vista de su pecho desnudo, dejando que vea la marca de la mordida sobre su hombro. Lo miro una última vez como si quisiera que esa imagen se quedara guardada en mi cabeza para siempre, y tal vez así sería.

Cierro la puerta lentamente dejándolo solo en esa habitación.

Solo doy unos pocos pasos hasta llegar a esa puerta con un número diferente al que tenía mi habitación, doy unos golpes a la madera de la puerta, solo esperando que quien la abra no sea ella, esperando que sea él quien me escuche y me ayude a salir de aquí, siendo tal vez mi única esperanza que tenía en estos momentos. Mis nervios parecen aumentar cada vez más cuando miro como el pomo de la puerta parece moverse lentamente como si fuera una clase de película de terror, abriéndose lenta y tortuosamente.

Un suspiro de alivio sale cuando lo veo salir a él; su cuerpo solo luce ese pantalón de mezclilla que traía puesto ayer, su pecho y sus pies no llevan nada encima, solo haciéndome agachar la cabeza al no querer mirar su pecho desnudo tan cerca de mí.