Iduna

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Querida Elsa:

Ha pasado una semana desde la última vez que hable con Jack.

Aún lo veo ya que va a la hamburguesería pero ya no es a mí a quien le pide su orden es ahora Rapunzel quien debe atenderlo.

No sabía que lo que le había dicho lo había hecho enojar tanto. He querido disculparme con él pero siempre me termino acobardando y decido mejor quedarme callada.

Una semana desde que despierto y no lo encuentro en el pasillo con algún extraño bóxer de un personaje de caricatura o superhéroe.

Comienzo a sentirme otra vez sola.



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Arranco la hoja del cuaderno doblándola en dos, metiéndola dentro de un sobre. Camino hasta mi closet mientras cierro el sobre con la saliva de mi lengua. Saco la caja en donde estaban las demás cartas que había escrito. Suspiro cansada al recordar lo que paso ese día...



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- ¡Listo! - Bajo de un brinco de la cama para poder mirarla mejor - Perfecto.

Sonrió al ver mi nueva cama y ver que las luces que Jack me había regalado en realidad solo iluminaban mi cama. Eran perfectas cuando mi miedo a la oscuridad regresara.

Aun sonriendo bajo las escaleras para ir a la cocinar y tomar un vaso de agua, lleno el vaso de cristal con ese líquido transparente volviendo a subir a mi habitación.

- ¡No puedo creer que le compraras una maldita cama! - Gritó Anna - ¡Una puta cama!

Me quedo paralizada en medio del pasillo al escucharlos discutir por mi culpa; sé que no es correcto escuchar las conversaciones de otros pero sin embargo mis pies parecía que no me respondían. Era como si se hubieran quedado pegados al piso.

- ¡Era lo menos que podía hacer después de lo que tú le habías dicho! - Se defendió levantando por primera vez la voz - ¡¿O quieres qué te recuerde todo lo que dijiste?!

Mis manos se aferran al vaso de cristal. Sabía que todo esto iba a tener problemas, no debía haber aceptado.

- ¡Sabía que me estabas mintiendo! - La voz de Anna se hace cada vez más fuerte; no dudaba que en cualquier momento fuera a golpear a Jack - ¡Ahora veo porque me apagaste el maldito celular!, ¡Claro porque el señor decidió salir mejor con su cuñada en vez de con su novia!

- ¡Sí, lo apague porque estoy harto de decirte cada cinco minutos lo que estoy haciendo! - Ambos levantan cada vez más la voz haciéndome inevitable no sentirme culpable - ¡Además es mi dinero y yo hago con él lo que quiera!

Agacho mi cabeza al vaso de cristal viendo mi reflejo en el agua. Me sentía impotente, culpable, triste y enojada conmigo misma por provocar todo esto.

- ¡Yo soy tu novia!, ¡Se supone que es a mí a la que le debes de regalar cosas!

En ese momento todo se queda en completo silencio. Parecía que esta vez había a dejado a Jack sin respuesta.

Querida Elsa:Donde viven las historias. Descúbrelo ahora