Un secreto de Elsa

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- Ya regresé - Anuncio colgando mi bolso y mi abrigo en el perchero.

Mi cuerpo se queda inmóvil al ver esa cabellera naranja sentada en la sala.

- Elsa - Se alegró al verme - Bienvenida.

Su delgado cuerpo se levanta del sillón para acercarse a mí con grandes zancadas envolviendo mis hombros con sus brazos. Sin perder más tiempo correspondo su abrazo envolviendo mis brazos alrededor de su espalda.

Casi había olvidado lo hermosa que era.

- ¿Has estado bien?, ¿Cómo te sientes?, ¿Estas comiendo bien? - Sonrío al oír sus preguntas que solo respondo abrazándola más fuerte - Lo siento, soy una vieja tonta que se preocupa de todo.

- Mamá - Susurro cerca de su oído - Te extrañe.

- Y yo a ti.

No me había dado cuenta de lo mucho que había extrañado a mi madre solo hasta haber estado casi cinco minutos de estar abrazadas y ella sin poder dejar de llorar.

- Ya está la comi... - Se silencia al vernos abrazadas - No sabía que ya habías llegado.

Mi madre y yo nos separamos al ver salir de la cocina a mi hermana; la cual llevaba un mandil que decía "Besa a la cocinera". Mi madre se separa de mí para poder limpiar las lágrimas que había derramado al verme.

Su ondulado cabello naranja estaba suelto dejándome ver que apenas alcanzaba ligeramente a llegar abajo de sus hombros. Su cuerpo viste un pantalón de vestir negro, una camisa del mismo color y usaba unas botas de tacón que la hacían ver más alta. Ella aun siendo una mujer mayor se veía muy bien; definitivamente era la elegancia en persona.

- Hace mucho no comíamos las tres juntas.

Al decir eso ella se acerca a Anna, la cual le sonríe. Puedo ver como ellas dos son tan parecidas, las dos tenían el mismo color de cabello, el mismo color rosado de piel e incluso tenía esas pequeñas pecas que tenía mamá debajo de sus ojos. Eran muy iguales solo con la pequeña diferencia de que los ojos de mi madre eran de un hermoso color verde y en cambio los de mi hermana eran azules.

Sentía envidia de no haberme parecido a ella ya que lo único que había sacado de ella eran sus pecas solo que las mías no eran tan pronunciadas como las de Anna y mi color de piel era más bien pálido... Aunque no quería admitirlo yo era más parecida a mi padre.

- ¡Necesito ayuda aquí! - Grita Jack desde la cocina.

Anna se apresura a regresar a la cocina dejándome una vez más a solas con mi madre.

- ¿Por qué viniste?

Puedo ver como su rostro cambia a una expresión seria. Como si me estuviera ocultando algo.

- Necesitaba hablar con ustedes - Contestó sentándose en el sillón que era para que dos personas se sentaran - Pero... Necesito que estés tranquila.

Me siento a su lado mirándola con extrañeza. Sabía que me quería decir algo y que tenía miedo a mi reacción, pero no sabía que podía ser tan grave.

- ¡A comer! - Llamó Anna, saliendo de la cocina con un plato en cada mano.

Igual que ella detrás viene Jack con dos platos de comida. Ambos los dejan sobre la mesa para así hacernos una señal de sentarnos a comer.

- Bueno a comer - Exclamó mi madre levantándose del sillón.

- Mamá - Susurro, agarrando su brazo - ¿Qué está pasando?

Su cabeza la agacha como si estuviera avergonzada de verme. No sé qué diablos estaba pasando pero ya estaba comenzando a preocuparme.

- Vamos a sentarnos - Sugirió guiándome hasta la mesa

Querida Elsa:Donde viven las historias. Descúbrelo ahora