Gracias, Jack

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—¿Sabían qué los Koalas duerme un aproximado de dieciocho a veinte horas al día?

Todos miramos con extrañeza a Eugene, excepto Rapunzel, que parecía estar encantada con la información que daba su novio.

—¿De verdad? —preguntó entusiasmada—. No lo sabía.

Veo que Merida pone sus ojos en blanco mientras acerca la taza que tenía un amargo café dentro, Hiccup no parece estar muy concentrado en la conversación ya que miraba algo en su celular, Rapunzel miraba el celular de Eugene en donde tal vez estaba la información de los Koalas y Elsa solo sonreía al ver a sus amigos divirtiéndose.

—Mira esto, Morticia —ordenó Eugene, acercando la pantalla de su celular al rostro de Elsa—. Es un koala comiendo una manzana.

No sé si de verdad le interesaba el vídeo o solo era por cortesía, pero vio al pequeño Koala sentado mientras comía una manzana. Pongo mis ojos en blanco, pasando mi brazo alrededor de los hombros de Elsa, mientras ella miraba el vídeo hasta que finalizó.

—Es muy bonito, Eugene.

—¿Verdad que sí? —dijo Eugene con una sonrisa.

Sentada en su lado derecho estaba Rapunzel hablando ahora con Elsa, a mi lado estaba Hiccup y a lado de él estaba sentada Merida quien también tuvo que ver el vídeo cuando Eugene le puso literalmente su celular enfrente de su cara.

El día de hoy había sido muy productivo: Elsa fue a trabajar, yo había ido a entrenar como lo hacía todas las mañanas, o al menos así era hasta que Elsa se mudó al departamento. Al salir de su trabajo tuve que llevarla con John para su primera terapia, quedándome con Iduna para ayudarla a cuidar a Clayton y cuando creía que ya me podía ir a casa con mi novia, resulta que ella había olvidado que hoy se vería con sus amigas. Y como el buen novio que soy la volví a traer al centro comercial, me habría ido al departamento si no hubiera sido porque había visto a Hiccup aquí.

Es mi amigo, pero, sé que él también gusta de Elsa y aunque ahora ya todos saben que esta conmigo eso no calmaba mis celos. Mi mirada esta clavada en él y al parecer se da cuenta ya que voltea a verme.

—¿Puedo hablar contigo?

Hiccup mira a nuestros amigos antes y después me mira para responderme con un asentamiento de cabeza que parecía más bien forzado. Ambos nos levantamos de nuestras sillas llamando la atención de todos.

—Ahora volvemos —Todos responde con un sí y antes de irme me acerco a Elsa para dejar un beso en su frente—. Ya vuelvo, Morita.

Al separarme noto que Hiccup se adelantó y se quedó de pie a solo unos metros de distancia de nuestra mesa, camino hasta él rebasándolo para hacerle una señal con la cabeza indicándole que me siguiera. Poco a poco nos alejamos de la cafetería que tenía el centro comercial para ahora caminar alrededor de una gran fuente que estaba en el centro de donde se vendían comida o bebidas.

—Supongo que no quieres estar lejos de ella —criticó, metiendo sus manos dentro de los bolsillos delanteros de su pantalón—. ¿De qué querías hablar?

Mientras caminamos alrededor de la fuente y pasando de vez en cuando frente a la cafetería en donde estaban nuestros amigos trato de encontrar las palabras adecuadas para empezar esta incómoda platica.

Miro a lo lejos a Elsa sonreír cuando Merida se pasa a la silla en donde yo estaba sentado para acercarse a ella, envolver su cuello con uno de sus brazos y empezar a mover sus dedos con rapidez sobre la cabeza de Elsa, molestándola cuando sus dedos frotaban con rapidez sobre su cabello.

—Vamos, Jack, entre nosotros no hay secretos.

Dejo de mirar a las chicas para agachar mi cabeza hacia nuestros pies.

Querida Elsa:Donde viven las historias. Descúbrelo ahora