Hasta pronto

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Sonrío al ver como Jack se apresura a quitarse su suéter navideño y después la camiseta blanca que tenía de bajo, dejándome ver su pecho desnudo unos momentos, ya que se apresuró a colocarse la playera que le había regalado del agradable dibujo de Bob Esponja.

—¿Cómo me veo? —preguntó dando una vuelta para que lo viera mejor.

—Te ves muy bien. —respondí levantando mi pulgar.

Jack sonríe viendo una vez más la playera que tenía puesta; no creía que se fuera a emocionar tanto por una simple prenda de ropa. Con una gran sonrisa él se acerca a mí, rodeando mi cintura con sus brazos dándome un fuerte abrazo, yo correspondo casi al instante envolviendo mis brazos alrededor de su cuello.

—Gracias —susurró cerca de mi oído—, me gustó mucho mi regalo.

Lo abrazo lo más fuerte que puedo, cerrando mis ojos y tratando de guardar muy bien el recuerdo de él y yo abrazándonos en este día. Aún no sabía que le diría mañana a Adrien: pero de lo que estaba segura era que esta noche quería dormir junto a Jack, estar el mayor tiempo posible a su lado, aún sin saber si en realidad me iría.

—Quédate —murmuró abrazándome más fuerte—, por favor.

Su cuerpo se separa del mío para poder verme de frente, mi mirada la bajo al ver sus ojos fijos en los míos haciéndome sentir nerviosa por tenerlo tan cerca de mí. Muerdo mi labio inferior viendo hacia nuestros zapatos sin saber que más decirle al chico que esta parado frente a mí.

—No sé, Jack, quiero..., pensar muy bien esta noche lo que decidiré.

No me responde solo se queda en silencio, puedo sentir su mirada sobre mí y sin embargo no hace algo para romper este incómodo momento. Al cabo de unos segundos él da un paso hacia atrás, tomando su suéter y su camiseta del sofá, es en ese instante que levanto mi cabeza para poder verlo.

—No vayas a cerrar la puerta de tu habitación.

Mi ceño se frunce al oírlo.

—¿Qué?

—No finjas que no me oíste.

Y sin decir nada él sale de la casa con un fuerte portazo que hizo eco en toda la casa y después se logra escuchar el sonido del motor de su camioneta alejarse poco a poco. Sin haber entendido lo que Jack me había dicho, me encargo de apagar todas las luces —incluyendo las del árbol de navidad— y subir al baño para hacer mis necesidades y lavar mis dientes, saliendo con el aliento mentolado.

Entro a mi habitación y cuando estoy a punto de cerrar la puerta me detengo, recordando lo que Jack me había dicho.

«No vayas a cerrar la puerta de tu habitación...»

Me quedo un momento pensando, decidiendo al final en dejarla emparejada. Enciendo la luz de mi habitación antes de caminar hacia mi cama y tomar del borde mi pijama, usando ahora mi mameluco de color rojo sin ningún tipo de estampado, doblo la ropa que llevaba puesta dejándola sobre mi silla.

Arrastrando los pies me acerco al apagador, dejando mi habitación en completa oscuridad, sin ver muy bien camino hasta llegar a mi cama y encender las luces que Jack me había obsequiado. Cubro mi cuerpo con el edredón tratando inútilmente de quedarme dormida, pero mi mirada no se despega de la puerta que estaba entreabierta.

«¿Por qué me pidió qué no cerrara la puerta...?»

La respuesta parece llegar por si sola cuando veo la silueta de alguien caminando por el pasillo llegando hasta mi habitación. Por reflejo mi cuerpo se levanta de un brinco de la cama, mientras busco con la mirada con que defenderme, pero el miedo que estaba sintiendo se disipó al ver que era Jack, quien al verme a punto de gritar llevó su dedo índice a sus labios, indicándome que debía guardar silencio.

Querida Elsa:Donde viven las historias. Descúbrelo ahora