Confía en mí

1.4K 121 153
                                    

❤Maratón 4/5❤

Llevo mi mano a mi pecho cuando lo siento dolerme por la falta de aire, mis lágrimas caen con más frecuencia, me obligo a sollozar lo más bajo que puedo tratando de que no me escuchen las personas que no dejaban de mirarme como si estuviera loca. Un sudor frío comienza a recorrer por todo mi cuerpo mientras que no dejaba de temblar.

—¿Morita? —Su mano se coloca sobre mi hombro—. ¿Estás bien?

Rápidamente niego con la cabeza.

—Sácame de aquí, sácame de aquí, sácame de aquí —susurré, y siento que se me hace un nudo en la garganta—. Por favor, sácame de aquí.

Jack sin entender que me pasaba lleva sus manos a mis hombros para guiarme a la salida, solo damos un par de pasos antes de detenernos y quedar encima de las sodas que había derramado.

—Disculpe, ¿se encuentra bien?

«Esa voz... ¡Esa maldita voz!»

Jack lo mira por encima de su hombro y yo solo me encargo de agachar más mi cabeza para que él no pueda ver alguna parte de mi rostro. Quito la mano que esta sobre mi pecho para llevarla ahora al pecho de Jack, aferrándome a la tela de su sudadera como si mi vida dependiera de ello.

—No dejes que me vea —titubeé en un susurro—, no dejes que me vea.

La mirada de Jack la siento sobre mi nuca, sé que no estaba entendiendo porque estaba pasando esto, pero, no quería decirle quien era el hombre detrás de nosotros y que me había hecho. Mis labios tiemblan cuando trato de pedir una vez más su ayuda para salir de aquí, pero las palabras se atoran en mi garganta por mi fuerte llanto.

—Estamos bien, gracias. —le contestó.

—¿Señorita, se encuentra bien?

El asco de escuchar su voz a unos pocos metros de mí hace que me sienta mareada, llevo mi otra mano a mi boca para evitar que el vómito salga. Era tan repugnante el solo hecho de escuchar su voz que no podría retener más tiempo el vómito; cierro mis ojos lo más fuerte que puedo cuando mi saliva comienza a salir de mi boca, ensuciando la palma de mi mano.

Jack baja sus manos de mis hombros a mis brazos para sostener con fuerza cuando más saliva con rastros de comida sale de mi boca, cayendo sobre el piso y mezclándose con las gaseosas que había derramado. Mi rostro aunque no lo he visto sé que está rojo por el esfuerzo de aguantar el vómito y por la falta de oxígeno que estaba sintiendo en ese momento.

—Le dije que estamos bien —respondió con un tono serio—. Vámonos, Morita.

Solo damos un paso cuando la voz de aquel hombre llegó a mis oídos.

—Disculpe que insista, pero, su novia no se ve muy bien —Esta vez ya no puedo evitarlo y dejo caer mi vómito al piso, escuchando algunas personas levantarse de sus sillas o hacer algún comentario desagradable—. Señorita, déjeme...

—¡Dije que estamos bien! —gritó Jack, casi al instante que yo había escuchado que aquel hombre había dado un paso hacia mí—. Déjenos en paz.

Jack quita sus manos de mis brazos para poder quitarse la chaqueta que llevaba puesta y ponerla sobre mi cabeza para tapar mi rostro regresándolas a mis hombros cuando terminó de hacerlo. Esta vez nadie dijo o hizo algo para detener nuestra salida; el frío viento de la noche envuelve nuestros cuerpos, pero yo solo sentía tranquilidad cuando habíamos salido de aquel lugar.

En completo silencio ambos nos adentramos a la camioneta, no quito la chaqueta que sigue sobre mi cabeza tapándome también de la mirada de Jack, quien al entrar sacó de la guantera una pequeña franela roja, ofreciéndomela para limpiar la mano que tenía vómito.

Querida Elsa:Donde viven las historias. Descúbrelo ahora