Para satisfacción de todos menos de los hermanos, estaba programada otra salida a Hogsmeade para el último fin de semana del trimestre.
—¡Podemos hacer allí todas las compras de Navidad! —dijo Hermione—. ¡A mis padres les encantaría el hilo dental mentolado de Honeydukes!
Resignados a ser los únicos de tercero que no irían, Harry le pidió prestado a Wood su ejemplar de El mundo de la escoba, y decidió pasar el día informándose sobre los diferentes modelos. En los entrenamientos había montado en una de las escobas del colegio, una antigua Estrella Fugaz muy lenta que volaba a trompicones; estaba claro que necesitaba una escoba propia.
La mañana del sábado de la excursión, se despidieron de Ron y de Hermione, envueltos en capas y bufandas, y subieron solos la escalera de mármol que conducía a la torre de Gryffindor. Había empezado a nevar y el castillo estaba muy tranquilo y silencioso.
—Deberíamos ir a la biblioteca, estaría genial adelantar algunos trabajos —dijo Emily mientras jugaba con su varita despreocupada.
A Harry no le pareció la mejor idea del mundo, quería seguir leyendo su libro sobre escobas y lamentarse por su Nimbus, pero sin embargo aceptó la propuesta de su hermana.
—¡Pss, chicos!
Se dieron la vuelta a mitad del corredor del tercer piso y vieron a Fred y a George que los miraban desde detrás de la estatua de una bruja tuerta y jorobada.
—¿Qué hacen? —preguntó Emily con curiosidad y una pequeña sonrisa—. ¿Cómo es que no están camino de Hogsmeade?
—Hemos venido a darles un poco de alegría antes de irnos —le dijo Fred guiñándole el ojo misteriosamente—. Entren aquí...
Les señaló con la cabeza un aula vacía que estaba a la izquierda de la estatua de la bruja. Harry entró detrás de Emily, Fred y George. George cerró la puerta sigilosamente y se volvió, mirando a los Potter con una amplia sonrisa.
—Un regalo navideño por adelantado, hermanitos—dijo.
Fred sacó algo de debajo de la capa y lo puso en una mesa, haciendo con el brazo un ademán rimbombante. Era un pergamino grande, cuadrado, muy desgastado. No tenía nada escrito. Harry, sospechando que fuera una de las bromas de Fred y George y su hermana de cómplice, lo miró con detenimiento.
—¿Qué es?
—Esto, Harry, es el secreto de nuestro éxito —dijo George, acariciando el pergamino.
—¿Qué éxito? —preguntó burlona Emily mientras se cruzaba de brazos.
—Del que te has colgado —dijo Fred logrando que una sonrisa sarcástica apareciera en el rostro de la pelirroja—. Nos cuesta desprendernos de él, pero anoche llegamos a la conclusión de que ustedes lo necesitan más que nosotros.
—De todas formas, nos lo sabemos de memoria. Es de ustedes. A nosotros ya no nos hace falta.
—¿Y para qué necesito un pergamino viejo? —preguntó Harry.
—¡Un pergamino viejo! —exclamó Fred, cerrando los ojos y haciendo una mueca de dolor; como si Harry lo hubiera ofendido gravemente—. Explícaselo, George.
—Bueno... cuando estábamos en primero.. y éramos jóvenes, despreocupados e inocentes... —Los hermanos se rieron. Dudaban que Fred y George hubieran sido inocentes alguna vez—. Bueno, más inocentes de lo que somos ahora... tuvimos un pequeño problema con Filch.
—Tiramos una bomba fétida en el pasillo y se molestó.
—Así que nos llevó a su despacho y empezó a amenazarnos con el habitual...
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harry potter || one shots y fragmentos
Fantasy𝙋𝙚𝙦𝙪𝙚𝙣̃𝙖𝙨 𝙝𝙞𝙨𝙩𝙤𝙧𝙞𝙖𝙨 𝙙𝙚 𝙡𝙤𝙨 𝙥𝙚𝙧𝙨𝙤𝙣𝙖𝙟𝙚𝙨 𝙙𝙚 𝙃𝙖𝙧𝙧𝙮 𝙋𝙤𝙩𝙩𝙚𝙧. (𝐀𝐝𝐞𝐦𝐚́𝐬 𝐚𝐝𝐚𝐩𝐭𝐨 𝐩𝐞𝐪𝐮𝐞𝐧̃𝐨𝐬 𝐟𝐫𝐚𝐠𝐦𝐞𝐧𝐭𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐥𝐢𝐛𝐫𝐨𝐬 𝐝𝐨𝐧𝐝𝐞 𝐇𝐚𝐫𝐫𝐲 𝐭𝐢𝐞𝐧𝐞 𝐮𝐧𝐚 𝐡𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧𝐚 𝐥...