🦌Saeta de fuego

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La mañana de Navidad, Ron despertó a Harry tirándole la almohada. 

—¡Despierta, los regalos!

Harry cogió las gafas y se las puso. 

Entornando los ojos para ver en la semioscuridad, miró a los pies de la cama, donde se alzaba una pequeña montaña de paquetes. Ron rasgaba ya el papel de sus regalos.

 —Otro jersey de mamá. Marrón otra vez. Mira a ver si tú tienes otro.

 Harry tenía otro. La señora Weasley le había enviado un jersey rojo con el león de Gryffindor en la parte de delante, una docena de pastas caseras, un trozo de pastel y una caja de turrón. Al retirar las cosas, vio un paquete largo y estrecho que había debajo. 

—¿Qué es eso? —preguntó Ron mirando el paquete y sosteniendo en la mano los calcetines marrones que acababa de desenvolver. 

—No sé...

Harry abrió el paquete y ahogó un grito al ver rodar sobre la colcha una escoba magnífica y brillante. Ron dejó caer los calcetines y saltó de la cama para verla de cerca. 

—No puedo creerlo —dijo con la voz quebrada por la emoción.

Era una Saeta de Fuego, idéntica a la escoba de ensueño que Harry había ido a ver diariamente a la tienda del callejón Diagon. El palo brilló en cuanto Harry le puso la mano encima. La sentía vibrar. La soltó y quedó suspendida en el aire,a la altura justa para que él montara. Sus ojos pasaban del número dorado dela matrícula a las aerodinámicas ramitas de abedul y perfectamente lisas que formaban la cola.  

—¿Quién te la ha enviado? —preguntó Ron en voz baja. 

—Mira a ver si hay tarjeta —dijo Harry. 

Ron rasgó el papel en que iba envuelta la escoba.

 —¡Nada! Caramba, ¿quién se gastaría tanto dinero en hacerte un regalo? 

—Bueno —dijo Harry, atónito—. Estoy seguro de que no fueron los Dursley.

 —Estoy seguro de que fue Dumbledore —dijo Ron, dando vueltas alrededor de la Saeta de Fuego, admirando cada centímetro—. Te envió anónimamente la capa invisible... 

—Había sido de mi padre —dijo Harry—. Dumbledore se limitó a remitírmela. No se gastaría en mí cientos de galeones. No puede ir regalando a los alumnos cosas así. 

—Ése es el motivo por el que no podría admitir que fue él —dijo Ron—. Por si algún imbécil como Malfoy lo acusaba de favoritismo. ¡Malfoy! —Ron serió estruendosamente—. ¡Ya verás cuando te vea montado en ella! ¡Se pondrá enfermo! ¡Ésta es una escoba de profesional! 

—No me lo puedo creer —musitó Harry pasando la mano por la Saeta de Fuego mientras Ron se retorcía de la risa en la cama de Harry pensando en Malfoy—. ¿Quién...?

 —Ya sé.. quién ha podido ser... ¡Lupin! 

—¿Qué? —dijo Harry riéndose también—. ¿Lupin? Mira, si tuviera tanto dinero, podría comprarse una túnica nueva. 

—Sí, pero le caes bien. Probablemente también le regaló algo a Emily. Los adora. —dijo Ron—. Cuando tu Nimbus se hizo añicos, él estaba fuera, pero tal vez se enterase y decidiera acercarse al callejón Diagon para comprártela. 

—¿Que estaba fuera? —preguntó Harry—. Durante el partido estaba enfermo. 

—Bueno, no se encontraba en la enfermería —dijo Ron—. Yo estaba allí limpiando los orinales, por el castigo de Snape, ¿te acuerdas?

harry potter || one shots y fragmentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora