𝙣𝙚𝙫𝙞𝙡𝙡𝙚 𝙡𝙤𝙣𝙜𝙗𝙤𝙩𝙩𝙤𝙢

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Riley revisaba sus apuntes mientras almorzaba. Slughorn no era tan estricto como Snape, sin embargo, seguía siendo un profesor que quería alumnos sobresalientes y, aunque ella no tenía ninguna intención de ir a sus reuniones, no tenía ganas de que él la rebajara por estúpida ni que le diera menos atención a comparación de sus otros alumnos. Suficiente tenía con compartir clases con Granger y Potter, los únicos que parecían tener menos trabajo para lograr ciertas pociones.

—No lo sé, Neville... Podríamos hablarlo luego, ¿Qué te parece? —murmuró una chica a tu lado. Pusiste los ojos en blanco.

—La fiesta es en dos semanas, Melinda. Creí que... Déjalo.

—No te enfades, ¿sí? 

La muchacha se levantó del banco mientras le depositaba un beso en la mejilla a su compañero y se marchaba de ahí, no antes de regalarle una mirada a Cormac McLaggen, acto que Neville no notó.

El chico se quedó sentado en su lugar mientras jugueteaba con la comida, pensativo y con las mejillas sonrojadas por el reciente rechazo. Probablemente se insultaba en mil idiomas por el vergonzoso momento que acababa de pasar y prometiéndose que no volvería a actuar de esa manera. No tenía sentido armarse de valor si luego quedaría como un patético muchacho.

—Lo sigues intentando, eh —murmuró Riley sin despegar los ojos de sus apuntes.

—Y cada día fracaso más —dijo Neville girándose para verla—. ¿Qué se supone que deba hacer?

Riley se encogió de hombros.

—Lo primero que deberías hacer es no sonar desesperado, Neville. A las chicas no les gusta eso.

El chico se quedó como petrificado y levantó una ceja confundido.

—¿Desesperado? ¿Así es cómo me veo? Yo sólo quise...

—Sh, cierra la boca —lo detuvo Riley ante el repentino desespero del mago—. ¿Vas a querer mis consejos o no?

Neville pareció dudarlo unos cuantos segundos.

Había conocido a Riley el primer año de colegio, cuando por accidente Trevor se lanzó a los pies de la muchacha espantándola por completo y él se agachó bajo su túnica para recogerlo. Había quedado claro que ese no había sido un buen comienzo y cuando la rubia siempre intentaba evitarlo, Neville entendió que ella no lo quería ni cerca y no la podía culpar. Nadie lo quería cerca.

En tercer año, cuando por accidente Sirius Black había entrado a la sala común de Gryffindor porque él había perdido su nota con la contraseña, su abuela le había mandado una carta vociferadora, la cual todo el colegio la escuchó. Probablemente fue el momento más vergonzoso de su vida, pero la única que no se burló ni se ofendió con él había sido Riley. Simplemente parecía haberlo borrado de su vida y Neville estaba bien con eso.

En quinto año fue la primera vez que hablaron. Durante las lecciones del Ejército de Dumbledore él la derribó sin querer, provocando la torcedura de su tobillo izquierdo, y no recuerda cuántas veces le pidió perdón cuando la acompañó hasta la enfermería.

—Cierra la boca si no quieres que yo te rompa el cráneo y no de forma accidental —murmuró cansada mientras se apoyaba de él desde el cuello.

—Si eso lograría que me perdones...

—Ha sido un accidente, ¿bien? Sólo déjame allí y vete.

—Pero...

—No somos amigos, Neville. No estoy molesta contigo y Madame Pomfrey logrará solucionarme esto en menos de dos horas. Vete.

harry potter || one shots y fragmentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora