𝙩𝙤𝙢 𝙧𝙞𝙙𝙙𝙡𝙚·𝟮

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Ave había pasado las siguientes semanas evitando a Tom. Se sentía lo suficientemente asustada y dolida como para acercarse y hablarle. Ella, quien sabía con exactitud todos los horarios del muchacho, decidía escaparse de sus garras luego de aquella conversación dónde él le pidió matarla.

El joven Riddle se paseaba por los pasillos del instituto rodeado de sus primeros seguidores, pero siempre buscando con la mirada a la muchacha Windraid quien no aparecía por ningún lugar. Le parecía imposible que haya podido ocultarse hasta en la propia Sala Común o evitarlo en los desayunos y cenas en el Gran Salón.

Cuando lograba verla en algunas clases, Ave parecía siquiera notarlo y eso llenaba de odio al guapo chico. Nadie lo pasaba por alto.

—¿Vendrás esta noche a la fiesta, Tom?

—Claro, señor. No me lo perdería por nada en el mundo —respondió el muchacho al profesor Slughorn que lo miraba maravillado.

—No esperaba menos de ti, ¡No, señor! Allí te veré... Por cierto —dijo antes de marcharse. Tom disimuló interesarse en lo que iba a decirle—. Invita a esa muchacha Ave, parece que le agradas. Algunas noches no te quita la mirada de encima.

Los ojos de Riddle se iluminaron. Ya tenía una excusa para acercarse a Ave y preguntarle por qué lo evitaba.

—Claro, señor —habló Tom segundos después—. Parece buena muchacha.

—Lo es, querido, lo es.

Y sin más contestaciones, Slughorn salió caminando hacia su despacho para prepararlo.

Tom fue caminando tranquilamente hasta las mazmorras, imaginándose el momento en dónde tomaría a Ave por el brazo y le pediría respuestas, todas las que él necesitara.

Dijo la contraseña y en un instante el color verde que dejaba el lago negro se hizo presente en la sala. Algunos de sus seguidores estaban allí, charlando y riendo.

—Todos váyanse a su dormitorio, ahora —demandó Tom y, rápidamente, sus compañeros desalojaron la sala común.

Quería paz y tranquilidad, pensar con detenimiento cada detalle y paso que debía dar con Windraid. Ella era tan fácil de manipular, tan sencilla de manejarla a su antojo.

Hizo sonar su cuello y sus dedos. La mirada de miedo de ella al hablarle de los Horrocruxes lo animaban, lo entusiasmaban de una manera inexplicable.

La puerta de las mazmorras se abrieron, dejando ver a la preciosa Ave Windraid con un claro cansancio en su rostro.

—Mira con quién me encuentro —murmuró Tom levantándose del sofá.

Ave se cohibió.

—Hola, Tom.

—¿Hola, Tom? —dijo entre risas—. Lord Voldemort, que no se te olvide.

La muchacha lo miró a los ojos, aquellos ojos que a ella tanto le atraían

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La muchacha lo miró a los ojos, aquellos ojos que a ella tanto le atraían. Los labios de Tom parecían mojados y rosados. Ave no puedo evitar relamer los suyos. El muchacho sonrió de costado.

—Bien, entonces... ¿Qué has estado haciendo estos días que fue más importante que estar a mi lado?

Tom comenzó a caminar alrededor de la chica, como si fuera una presa, acorralándola cada vez más.

—¿Estar al lado tuyo? —preguntó ella intentando no sonar asustada—. ¿Desde cuándo te importa que esté a tu lado?

—Desde que te convertiste en mi maldita esclava... haciendo el trabajo sucio.

Le gustaba ver cómo Windraid se achicaba por cada palabra que lanzaba. Quería lastimarla, tanto como ella lo había lastimado.

—¡Responde! —gritó acercándose a Ave provocando que diera un salto hacia atrás.

—Yo.. yo no...

—Claro que tú no querías alejarte de mi, lo sé —murmuró Tom en su oído, respirando con detenimiento el aroma que desprendía la muchacha.

Con una fuerza inhumana, Tom logró poner sus manos en las caderas de Ave, atrayéndola hacia él. La chica tragó saliva. No quería caer en los enredos de Riddle, debía de ser fuerte.

Tom fue acercando sus labios hasta los de ella, pero Ave apartó la cara.

—Ah, veo que ahora niegas mis besos. ¿Acaso hay otro hombre más increíble y poderoso que yo, Ave? —dijo dulcemente, pero con un odio notable.

—Alejate de mi —logró decir la chica.

La cara de Tom se transformó. Tomó ambos brazos de la chica y la empujó hasta la pared, dejándola completamente inmóvil. Las piernas de ellas pataleaban para liberarse, pero Tom las atrapó entre las suyas. Los cuerpos de los dos jamás habían estado tan cercanos, dándose aquel calor que Ave tanto había deseado, pero que ahora quería no tener.

—¿Qué dijiste? Repítelo —dijo él en la cara de la muchacha—. Dime qué no me quieres aquí, que no quieres este estúpido calor que los más ineptos desean.

Ave no podía pronunciar palabra. Tom había logrado lanzarle un encantamiento para dejarla muda, debía de ser eso.

—Ya me parecía, sigues siendo igual de estúpida —volvió a murmurar y sus labios se posaron en el cuello de Ave, logrando erizar toda su piel.

Ella cerró los ojos ante el tacto. El corazón le latía muy fuerte y su cuerpo parecía desfallecer. Si no fuera porque Tom la tenía sujeta, Ave hubiera caído al piso.

—Dime, Ave... ¿Acaso habrá un hombre que te haga sentir mejor que yo?

—Tom... —logró susurrar.

Una sonrisa se formó en los labios del muchacho, que borró rápidamente antes de sacar su cara del cuello de la chica.

Tom veía ese brillo en los ojos de Ave, esa lujuria y deseo de besarlo. A él le parecía tan estúpido, tan... excitante. Casi que por juego, decidió molestarla un poco más, hacerla sentir especial para luego dejarla sola.

Las frías manos de Riddle bajaron hasta el muslo de la muchacha y con cierta delicadeza empezó a subir su falda. No le quitaba la mirada de encima a Ave quien mantenía los ojos cerrados con fuerza, como si eso pudiera controlar sus ganas de besar a Tom. Los dedos de él acariciaron la suave piel de Windraid y la mano que ella tenía libre acarició con cariño el cabello sedoso de su acompañante.

La pequeña mano de ella fue bajando con delicadeza hasta la mejilla de Tom y entonces algo extraño sucedió. Dentro del muchacho comenzó un revuelo tan grande que le dieron ganas de vomitar.

Se apartó con rapidez de su compañera y la miró asustado, no pudo evitarlo. Ave abrió los ojos sorprendida ante tan repentina acción y observó a Tom.

—¿Qué...?

—Cállate —demandó él nervioso sin apartarle la mirada a Ave.

Se quedaron unos segundos en silencio. Tom la miraba sorprendido y ella no entendía qué sucedía. Le había molestado que él se apartara justo cuando le comenzaba a agradar las caricias que Riddle le proporcionaba.

—Tú...—dijo señalándola aún perdida en sus pensamientos—, Tú irás conmigo a la fiesta de Slughorn esta noche, ¿Me oíste?

Ave asintió lentamente con el corazón latiendo con fuerza y las manos sudorosas.

—Y luego te alejarás de mi para siempre... ¿Lo entiendes? ¡No me hables, no me mires! ¡Ni siquiera te me acerques!

—Pero...

—Si no quieres terminar muerta hazme caso, Ave.

Pero Tom no podía matar a una persona que una vez le hizo sentir alto tan horrible como el cariño.



harry potter || one shots y fragmentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora