«Tiene que estar por aquí —se dijo—. Por aquí... por aquí...»
Se adentraban más y más en el laberinto buscando objetos que reconocieran de su anterior incursión en aquel recinto. Oían el ruido de su propia respiración, hasta que de pronto tuvieron la sensación de que hasta el alma les temblaba. Allí estaba, justo delante de ellos: el viejo y estropeado armario donde Harry había escondido su antiguo libro de Pociones; y encima del mueble, el mago de piedra gastada con una peluca vieja y polvorienta y una antigua diadema descolorida.
Ya había estirado un brazo, aunque todavía estaba a tres metros del armario, cuando una voz dijo a sus espaldas:
—¡Quieto, Potter!
El muchacho se detuvo tras dar un patinazo y se dio la vuelta. Crabbe y Goyle estaban de pie detrás de Harry y Emily, hombro con hombro, apuntándolos con sus varitas. Por el espacio que quedaba entre sus burlonas caras, entrevieron a Draco Malfoy.
—Esa varita que tienes en la mano es mía, Potter —dijo Malfoy apuntándolo con otra mientras se abría paso entre sus dos secuaces.
—Ya no lo es —replicó Harry entrecortadamente, y aferró con más fuerza la varita de espino—. Quien pierde, paga, Malfoy. ¿De quién es la que tienes tú?
—De mi madre —contestó Draco.
Harry rió, aunque la situación no tenía nada de cómica. Ya no oía a sus dos amigos; debían de haberse alejado y tampoco ellos debían de oírlo a él. Emily estaba apuntando justo al pecho de Draco. Temblaba, tenía mucho miedo.
—¿Qué hacéis aquí? —preguntó Harry—. Me extraña que no estéis con Voldemort.
—Nos van a recompensar —dijo Crabbe con una voz sorprendentemente dulce para tratarse de una persona tan corpulenta; era casi la primera vez que Harry y Emily lo oían hablar. Crabbe sonreía como un niño pequeño al que han prometido una gran bolsa de caramelos—. Nos quedamos en el colegio, Potter. Decidimos no marcharnos porque decidimos entregarlos.
Emily miró atónita a Draco. ¿Entregarlos? ¿Draco iba a entregarlos?
—¡Un plan fantástico! —exclamó Harry con fingida admiración. No podía creer que, con lo que les había costado llegar hasta allí y lo cerca que estaban de lograr su objetivo, aquellos tres impresentables frustraran sus intenciones. Con mucha lentitud, fue acercándose al busto sobre el que reposaba el Horrocrux, torcido. Si pudiera cogerlo antes de que empezaran a pelear...—. ¿Y cómo habéis entrado aquí? —preguntó con intención de distraerlos.
—El año pasado estuve más horas en la Sala de Objetos Ocultos que en cualquier otro sitio —dijo Malfoy con voz crispada, en modo de burla, para molestarlo. Emily apretó la varita con más fuerza—. Sé cómo se entra.
—Estábamos escondidos en el pasillo —informó Goyle—. ¡Ahora sabemos hacer encantamientos desilusionadores! Y entonces —añadió esbozando una sonrisa de bobo— aparecieron los dulces hermanos Potter y dijeron que estaban buscando una diadema. Por cierto, ¿qué es una diadema?
—¡Eh, Harry! —La voz de Ron resonó de repente al otro lado de la pared que Harry tenía a su derecha—. ¿Con quién hablas?
Crabbe sacudió la varita como si fuera un látigo apuntando a una montaña de quince metros de alto compuesta de muebles viejos, baúles rotos, túnicas y libros viejos y otros utensilios difíciles de identificar, y gritó:
—¡Descendo!
—¡Ron! —gritó Harry, al mismo tiempo que Hermione, a quien todavía no veía, gritaba también; entonces oyó cómo innumerables objetos caían al suelo al otro lado de la desestabilizada pared. Apuntó con su varita a la base de ésta y gritó»—: ¡Finite! —Eso detuvo la avalancha.
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harry potter || one shots y fragmentos
Fantasy𝙋𝙚𝙦𝙪𝙚𝙣̃𝙖𝙨 𝙝𝙞𝙨𝙩𝙤𝙧𝙞𝙖𝙨 𝙙𝙚 𝙡𝙤𝙨 𝙥𝙚𝙧𝙨𝙤𝙣𝙖𝙟𝙚𝙨 𝙙𝙚 𝙃𝙖𝙧𝙧𝙮 𝙋𝙤𝙩𝙩𝙚𝙧. (𝐀𝐝𝐞𝐦𝐚́𝐬 𝐚𝐝𝐚𝐩𝐭𝐨 𝐩𝐞𝐪𝐮𝐞𝐧̃𝐨𝐬 𝐟𝐫𝐚𝐠𝐦𝐞𝐧𝐭𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐥𝐢𝐛𝐫𝐨𝐬 𝐝𝐨𝐧𝐝𝐞 𝐇𝐚𝐫𝐫𝐲 𝐭𝐢𝐞𝐧𝐞 𝐮𝐧𝐚 𝐡𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧𝐚 𝐥...