La mano de Renato seguía paseando por su abdomen, subiendo con suavidad como si quisiera permanecer ahí. Llegó a su pecho y apoyó la palma, sintiendo los latidos de Gabriel retumbando en su mano. Quiso quedarse ahí toda la vida. Apoyar su oreja en ese pecho y sentir sus latidos por siempre.
Sus lenguas por fin se habían encontrado. Era un sube y baja de emociones y sensaciones electrizantes.
—Quattordio —susurró Gabriel, aún con la boca del chico en sus labios.
Renato creyó ver resistencia, cayó en lo que estaba haciendo y se alejó. Gabriel abrió los ojos que había cerrado cuando sus lenguas se habían encontrado entre sus bocas.
La cara de Renato, al tiempo que se miraban, ardía fervientemente.
—¡La puta madre! ¡Mierda! ¡Mierda!
* * *
Capítulo 12
Gabriel se quedó mirándolo sin poder creer lo que había pasado y Renato lo miraba como si quisiera desaparecer. Y lo hizo. Empezó a correr.
Gabriel no reaccionó en seguida, todavía su corazón latía apresurado, sin saber muy bien lo que sentía. Entonces, pensó que era de noche, Renato estaba solo, no quería dejarlo así y Gabriel sabía que tenían que hablar, aunque no sabía qué decirle. Su cabeza empezaba a hacerse un lío.
Renato vio que Gabriel lo seguía, cruzó la siguiente calle, y siguió corriendo. A mitad de cuadra se escuchó el frenazo de un auto. Se paró en seco al tiempo que escuchaba un golpe.
—¡Gabi!
Creyó estar cayendo a un abismo, el corazón había dejado de latir unos segundos, para luego retomar sus latidos con más intensidad. Se dio la vuelta.
Gabriel estaba bien, discutía con un hombre, no le había pasado nada. De un momento a otro, el ojiverde siguió corriendo hacia él y Renato siguió huyendo.
El celular de Gabriel sonaba dentro del bolsillo de delante de sus jeans. Renato dobló la esquina, y cuando él hizo lo mismo, el chico ya no estaba. No se fue rápido. Siguió buscando en la cercanía, pero no lo encontró.
Fue en búsqueda de su auto y entró. Antes de emprender camino, sacó su celular y se fijó en las llamadas que había recibido y no contestado.
Gastón lo había llamado para preguntarle dónde se había metido. Le contó más o menos lo que había pasado, evitando mencionar que se había besado con Renato, porque ni él comprendía lo que había pasado. Su amigo le dijo que volviera, que ya hablaría con el guardia, pero Gabriel le dijo que tenía que hacer algo importante.
Y ahora estaba en camino de la casa de Renato, para asegurarse de que llegara bien. Seguía inquieto mientras iba con su auto a la casa del chico.
El beso no se le iba de la mente, ni la mano del castaño tocándolo por debajo de su remera. Trató de alejar esos pensamientos, pero estos insistían en permanecer.
Era medianoche. ¿Qué hacía Gabriel ante la puerta de la casa del castaño a esa hora? No se escuchaba nada. ¿Renato no había llegado? ¿Si le había pasado algo? Se refregó los brazos. Estaba en musculosa y la noche estaba fría. Había dejado su pulóver y la campera en el bar.
No podía irse sin asegurarse de que Renato estuviera ahí, en su casa y bien. Se dio la vuelta y se armó de valor para tocar el timbre.
Renato estaba sentado en su cama, llorando por la cagada que se había mandado. ¿Cómo iba a mirar a Gabriel a la cara ahora? ¿Cómo lo miraría Gabriel a él? No quería ni pensarlo. En la oscuridad de su cuarto se escuchó el timbre de la casa.
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Chico problemático // Quallicchio
Romance-Repitió segundo y cuarto. Golpeó a sus compañeros en varias ocasiones. Y una vez golpeó a un profesor. -¿Le preguntó por qué hizo eso? -quiso saber Gabriel. -¿Y por qué iba a ser? Causar problemas es su afición. Quattordio es un chico problemátic...
