Capítulo 62

524 53 51
                                    

—Ahora a descansar, que a la tarde vuelvo y empezamos con Matemática.
—No me hagas acordar. Voy a tener pesadillas.
—¡¿Conmigo?!
—No, si vos estás, son lindos sueños —respondió el chico, saliendo del abrazo—. El monstruo es la matemática, definitivamente.
   Gabriel rio y le dio un piquito.
—Hasta la tarde.
—Hasta la tarde, Gabi.

                                                                ***

Capítulo 62

      A la tarde, Gabriel volvió a lo de Renato para comenzar con las clases. Ese día, tres horas, se dedicaron más que nada a ver lo que estuvieron haciendo en la semana de su suspensión, para que pudiera entenderlo.

    Mientras se dedicaban a la materia, en el cuarto del chico, solo se distrajeron con la merienda y algunos besitos que se les escapaban.

     Renato prestaba atención a todo lo que el ojiverde le indicaba. Gabriel tenía que preguntarle si tenía dudas porque aún al castaño le costaba decirle y no mencionaba nada por iniciativa propia. Pero pensaba que a medida que avanzaran en eso, Renato iría a soltarse más, que estar ahí ya era un paso enorme y suficiente, por el momento.

      Gabriel deseaba que aquella cercanía lo llenara aun más de confianza para que le preguntara dudas también en la clase.

     La semana del colegio empezó y en las clases tuvieron que esforzarse a no mirarse más de lo necesario. Gabriel se dedicó a pasearse por todo el aula, entre los últimos bancos, para que fuera más fácil.

      En todo momento, el castaño sintió los ojos de Athié en su nuca, pero intentó con todas sus fuerzas no voltear a mirarlo. Hizo como si nada porque no quería tener más problemas.

     En el primer recreo del lunes, Renato se acercó a Ángela. Quería hablar con ella para pedirle perdón por lo que había pensado alguna vez y agradecerle por los apuntes. Ella dijo que se quedara tranquilo y que la perdonara él a ella porque al principio no se había comportado muy bien.

—No hay problema —le respondió él.

—A mí todavía no se me pasó, pero ya entendí, solo queda desearte suerte, mucha suerte. Te deseo mucha suerte, mucha suerte. De verdad.

—Gracias, Ange.

     Entonces, se alejó, dejándolo solo, y se acercó al grupo de amigos que tenía novedades sobre el buzo de egresados.

     El martes, en el horario de salida del turno mañana, Fausto esperaba a Renato fuera del colegio con su moto. Lo esperaba en la escalera principal, pensando que lo encontraría ahí, como en otras ocasiones, pero Renato y Bruna doblaban la esquina hacia allí porque habían salido como los demás estudiantes, por la entrada lateral.

—¡Eh! ¿Qué hacés? —Le preguntó Renato al acercarse—. ¿Viniste a buscar a Bru?

—Vine a buscar a mi amigo.

    Bruna había hablado con Fausto sobre que necesitaban un tiempo de amigos, los dos solos, después de aquella “pelea" que habían tenido. Y Fausto tomó el consejo porque le había parecido una buena idea.

     La chica se había puesto al lado de Fausto y miraba por sobre el hombro de Renato, que estaba de frente.

—Bruna se va con su amiga, ¿o no? —recordó el rubio.

—Sí —contestó ella, pero sin mirarlo. La chica miraba la esquina con el enojo marcado en su entrecejo.

—¿Qué  pasa?

Chico problemático // QuallicchioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora