Capítulo 64

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—No puedo decirle. Es su papá, le va a afectar mucho, Valen. Vendió la batería a alguien para conseguir más plata para las drogas, eso es muy duro.
—¡¿Qué?! ¡¿De qué hablan?! ¿Que papá qué?

***

Capítulo 64

      Renato entraba a la cocina con los ojos llenándose de lágrimas. Sí, había sido duro saber que, en realidad, él no le había importado nunca a su padre.

—Tato, amor, perdóname… —Valeria se acercó un poco a él.

—¿Por qué me dijeron que Valentino la rompió?

—No quería que pensaras que tu papá no te quería.

—Y se ve que no.

—No, Cielo, no es así, él te quería, solo que estaba perdido.

—No, no me quería. Me quiero ir de acá.

—¿Querés que vayamos a casa?  —Sugirió Gabriel.

      Renato no se sentía bien. De pronto, lo que no le decía a Gabriel lo estaba quemando más por dentro. Y por eso en el auto, de camino a lo del ojiverde, permaneció callado. Porque había algo que ocultaba a Gabriel, como su mamá había hecho con él, y no le gustaba nada.

—Estás muy callado. ¿No querés hablar sobre lo de tu papá?

    Los dos entraban a la casa. Renato no contestó enseguida. Fue hasta el sillón y dejó su mochila del colegio y un bolsito con ropa al lado de él mientras se sentaba.

—¿Sobre que se drogaba y hacía cualquier cosa para conseguir? —Preguntó cuando Gabriel se sentó al lado de él. Suspiró y continuó—: A pesar de todo eso, creí que me quería. Era mi batería y la agarró, sin más. Si hubiera sabido que la necesitaba, yo mismo la habría vendido... aunque si me enteraba que necesitaba para droga, no creo. Podría haberla vendido cuando lo metieron a la cárcel y mamá se quedó sin trabajo, pero no, ya no la tenía más… Empecé a robar, Gabi.

    Y comenzó a llorar porque no se enorgullecía de ello y por la mirada de sorpresa que le dirigía Gabriel, quien apoyó una mano en el hombro del chico.

—No robaba mucho, muy poquitas veces, y robaba solo para comer y a personas que se metían con nosotros, y calladito, sin que se dieran cuenta. Por suerte salí de eso. No me gustaba, pero lo hacía igual, mientras buscaba trabajo. Algunos de mis compañeros se enteraron de que se drogaba, se burlaban o me dejaban de lado. Me decían que éramos familia de drogadictos. Y por eso las peleas y por eso ya no confíe en nadie más.

—Está muy mal lo que hiciste, pero te arrepentiste y te retractaste, y estás haciendo todo para ser mejor persona… Y no te enojes con tu mamá y tu hermano por no decirte, ellos solo quieren verte bien. —Habló Gabriel.

—No estoy enojado, no puedo estar enojado cuando yo también me guardé algo, y solo para que no te enojes conmigo.

—¿Yo?

     En ese punto, Renato sollozó con más fuerza.

—Tato, ¿de qué estás hablando?

—Me vas a odiar. Pero te quiero decir. Es algo que casi te hago a vos. Fui estúpido, me dejé llevar por un arrebato, pero me arrepentí.

—Tato, decime —pidió Gabriel, casi con voz dura y sacando la mano del hombro del castaño.

—Quise venir a robar a tu casa con un amigo…

    Gabriel sintió como si lo golpearan en su interior.

—¿Qué? Tato, decime que me estás jodiendo.

Chico problemático // QuallicchioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora