—¿Me perdonás? —preguntó Gabriel, sacando las manos del escondite y estirándolas hasta el chico para entregarle un bombón Dos Corazones y dos margaritas, una amarilla, y otra, blanca.
***
Capítulo 68
Renato agarró las flores y el chocolate, y luego se lanzó a abrazar a Gabriel, quien se aferró a él con la poca fuerza que sentía.
Cuando el castaño se alejó del abrazo, llevaba en la frente esas arruguitas que mataban a Gabriel.
—Vamos a tener que hablar —dijo el chico, mientras ponía una de las flores (la blanca) sobre la oreja derecha del ojiverde. Sonrió. —Me gusta cómo combina con tus ojos —le dijo.
Gabriel agarró la otra flor de la mano del chico, que dejó que se la quitara, y se la puso a Renato sobre la oreja izquierda.
—Vamos a hablar —pidió Renato.
Gabriel entró a la casa y siguió al chico hasta el sillón después de que cerrara con llave.
—¿Por qué te fuiste, Gabi?
Se sacaron la flor de la oreja y la sostuvieron. Gabriel miró la flor mientras la hacía girar en la mano y Renato lo observaba, esperando.
Gabriel lo miró a los ojos, el dolor reflejados en ellos.
—No quiero que estés mal por mí, ni que dejes de hacer tus cosas solo porque yo esté mal. Llamaste al trabajo para decir que no ibas, te pusiste mal, dejaste de comer, no me gustó lo que te estaba haciendo.
—No me hiciste nada. Lo del trabajo solo iba a ser unos días, y no pasa nada, arreglé todo con Guillermo.
—No quiero joderte. Y no tenés por qué dejar de hacer tus cosas por nadie. Solo quería alejarme un par de días hasta que se me pase un poco… Sentía que te estaba haciendo mal.
—No me jodés, Gabriel, y si querés llorar una hora, mil horas, las lloras, te descargas, pero yo voy a estar con vos, ¿entendido? Podría estar mil días con vos, nunca me molestarías.
—No me puse a pensar en vos, en cómo te pondrías, en que te estarías sintiendo mal y necesitabas tranquilidad y no que yo viniera y te impusiera mi estado de ánimo ni mi problema. Y quería avisarte, pero te habías dormido y no podía molestarte, estabas tranquilo y no quería sacarte de eso. Solo era por estos días, Tato, hasta que se me pasara un poco —repitió.
—Estás loco. No me jodés. Nunca. —Renato se tiró hacia su novio y lo volvió a abrazar.
Gabriel siempre pensaba en él aun en esas circunstancias en las que estaba hecho mierda, no podía amarlo más.
—Llorabas y no quería que estuvieras así.
—Estuve peor este día, Gabriel, porque no estaba con vos y ni sabía cómo estarías.
Cuando se separó, se miraron unos segundos largos a los ojos.
—¿Sabés por qué me gusta regalarte Dos Corazones? —Preguntó entonces Gabriel.
—Porque sos un romántico. —Mientras decía eso, Renato desenvolvía el chocolate.
—Puede ser… Pero aparte… Porque pienso inmediatamente en nosotros dos. Siento que son nuestros corazones unidos. Porque estando cerca o lejos yo siento que nuestros corazones están unidos y laten al ritmo de uno solo. Y me gusta cómo late mi corazón solo por vos y cómo late tu corazón cuando estás conmigo. Somos dos corazones que sienten y laten uno por el otro.
—¿Ves? Sos un romántico. Un poco cursi, pero lindo.
—¿Cómo cursi?
—Sos un cursi dulce y lindo como este bombón. —Alzó el Dos Corazones que todavía tenía en la mano—. Vos sos un bombón. —Se puso rojo y bajó un poco la cabeza. Gabriel mostró un asomo de sonrisa. —Sos un Bombonito.
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Chico problemático // Quallicchio
Romance-Repitió segundo y cuarto. Golpeó a sus compañeros en varias ocasiones. Y una vez golpeó a un profesor. -¿Le preguntó por qué hizo eso? -quiso saber Gabriel. -¿Y por qué iba a ser? Causar problemas es su afición. Quattordio es un chico problemátic...
