Y el ojiverde lo agarró de la nuca y lo besó, con un beso que significaba: “No te vayas nunca de mi vida".
El chico correspondió al beso, dejando caer la esponja al suelo y agarrando también la nuca del otro.
Un beso lento, suave, con bocas abiertas y encuentros de lenguas. Un beso que tomaba todo de ellos.
***
Capítulo 69
Los días restantes de esa semana en el colegio, Gabriel no olvidaba. Se desconcentraba mucho, perdía el hilo de las explicaciones, a veces debía dejar de hablar y respiraba hondo para retener las lágrimas y Renato lo notaba.
En momentos, Gabriel salía del aula. Dejaba ejercicios para hacer, se quedaba corrigiendo en el escritorio, largaba lágrimas con un nudo apretado en su interior y debía salir del salón para sentirse más tranquilo.
En dos ocasiones Renato intentó alcanzarlo, pero en esas dos ocasiones Gabriel le pidió que, por favor, volviera al aula y el chico le tuvo que hacer caso. No estaba para empeorar la situación. Ahora no sabía qué hacer.
En las noches dormían poco. Renato se quedaba despierto hasta que Gabriel se quedaba dormido, pero se hacía muy tarde y apenas dormían unas horas.
La noche del viernes, Gabriel habló con su madre por teléfono. Mientras, Renato hacía la tarea. Los dos estaban ya en la cama dispuestos a dormir. El poco sueño que habían tenido en la semana empezaba a pesarles en el cuerpo.
—Estuve pensando algo —dijo el castaño cuando Gabriel cortó la llamada con su mamá y dejó el celular en la mesita de luz—. ¿Qué tal si invitás a tus padres a comer mañana a la noche? Así no piensan que no querés estar con “estos viejos". —Como había dicho Liliana.
—Creo que es una buena idea. —Agarró la mano del chico y empezó a acariciarle de arriba abajo con la punta de sus dedos—. Pero vos también. No te vas a ningún lado.
—Pero… Bueno, está bien.
Entonces, Gabriel le envió un mensaje de whatsapp sobre la cena a su madre y a su padre. La respuesta de su mamá llegó diez minutos después:
“Ahí estaremos”
Cinco minutos después, le respondió su padre:
“Espéranos”
Una pequeña sonrisa asomó en los labios de Gabriel, pero desapareció al pensar que faltaría Chiara en esa cena.
—Ahora sí, voy a dormir, no doy más —dijo Renato, cerrando la carpeta.
—Yo tampoco.
Pero Renato no dormiría, no hasta que Gabriel lo hiciera. Acomodó sus carpetas y cartuchera en la mesita, apagó la luz y se acostaron para dormir, abrazados, como todos aquellos días.
Al día siguiente, Renato volvió del trabajo a las siete. El ojiverde estaba sentado en el sillón, haciendo nada, y volteó a mirarlo cuando entró a la casa y cerró la puerta con llave.
El castaño corrió a lanzarse casi encima de él y llenarlo de besos por toda la cara. Y Gabriel aprovechó para llenarlo de besos a él.
Después de varios besos en silencio, Renato fue a la habitación a sacarse el camperón y la riñonera, se dirigió al baño y se puso a preparar la cena (pollo al horno con papas y batatas) con Gabriel.
—Gabi, no tengo qué ponerme.
Cerca de la hora de la visita, Renato se puso unos jeans negros, sus zapatillas nuevas y una camisa azul con rayas verticales blancas.
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Chico problemático // Quallicchio
Romance-Repitió segundo y cuarto. Golpeó a sus compañeros en varias ocasiones. Y una vez golpeó a un profesor. -¿Le preguntó por qué hizo eso? -quiso saber Gabriel. -¿Y por qué iba a ser? Causar problemas es su afición. Quattordio es un chico problemátic...
