Capítulo 42

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       Ángela salió del baño unos cinco minutos después de que hubiera sonado el timbre del termino del recreo. No se sabía si se había dado cuenta de Athié y se había hecho la que no, o simplemente, lo dejó ahí, pero una mano rodeó a Ángela del antebrazo, para frenarla.
—Pará.
    Ella dio media vuelta para quedar frente a frente. Sus ojos inundados de lágrimas.
—¿Por qué estás llorando? —preguntó Athié.
—Tato… —respondió la chica con la voz estrangulada—. Tato… Es Tato…

                              ***


Capítulo 42

     La preceptora mandó a Renato a buscar Ángela y a Athié al ver que tardaban en aparecer por el aula. Fue directo al patio, el lugar más común en donde podrían estar, considerando que había pasado el receso.

      Ángela y Athié estaban abrazados cerca de los baños de las chicas, y frenó a una distancia considerable. ¿Qué hacían juntos? ¿Ángela no habría hablado, no?

     Athié lo vio desde el hombro de la chica y la mirada que le dirigió lo atravesó, o eso sintió él. Pero no le importó y se acercó a ellos. Ángela salió de los brazos de Athié y volteó para mirarlo.

—Em… Me pidieron que los buscara para que fueran a clase.

—Vamos, Ange —le dijo Athié a la chica, que no dejaba de mirar a Renato. El otro chico pasó por al lado del castaño, le susurró un “Maricón" y siguió camino.

      La furia golpeó el pecho de Renato y se extendió por cada parte de su cuerpo, pero intentó que se extinguiera o de no hacerle caso porque sentía que la furia hacia él no iría a desaparecer tan rápido. Pero pensaba que no valía la pena meterse en problemas por Athié mientras el asunto solo fuera contra él y no se metiera con las personas que quería.

      Ángela ya había pasado por al lado cuando el chico pudo salir de su ensimismamiento. Trotó hasta alcanzarla y la agarró suave del brazo, para que no siguiera caminando. Ella paró y lo miró. Su cara estaba roja, pero ya había dejado de llorar.

—No quería lastimarte.

—No estoy así por vos.

—Ah, claro… Pensé… Perdón —dijo Renato, avergonzado.

      Los ojos de Ángela otra vez se habían aguado.

—¿No dijiste nada…? Ángela, ¿le dijiste?

      Ángela negó con la cabeza al tiempo que lloraba otra vez y empezaba a correr, y no le contestó. Renato no entendió qué quiso decir con aquello. Volvió lento al aula, sintiendo cómo el corazón presionaba en su pecho en un ataque de culpabilidad y de nervios mezclados.

      El tiempo pasó tranquilo, sin tantos inconvenientes, pudo notar Renato, salvo muchas miradas de Athié, como si quisiera matarlo, y algún que otro empujón por parte del otro chico. Renato se estaba controlando de una manera considerable para no cagarlo a trompadas. Cada vez que sentía esas ganas, la imagen de Gabriel aparecía en su mente y se tranquilizaba lo suficiente para no saltar sobre Sebastián.

     Los chocolates Dos Corazones empezaron a aparecer en su banco en el primer recreo del martes. Renato entró al aula luego del timbre y vio el chocolate sobre su mesita. Había un papelito debajo que decía: “Para Koanchito". El chico entendió y una sonrisa atravesó su rostro.

     El segundo, apareció el miércoles a primera hora. Con un “Koanchito” también escrito. Algunos de sus compañeros empezaron a cargarlo y a preguntarle quién le enviaba chocolates y Renato solo se encogió de hombros y dijo:

Chico problemático // QuallicchioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora