Capítulo 40

625 75 43
                                    

—Sí —rio Renato al tiempo que le sonaba el celular. El chico le dio un beso en la boca y salió del baño y el ojiverde se fijó la notificación. Un audio de Lucía:

      Gabi, hola,  Chiara está mal…
  
      Se escuchaba el llanto de la pequeña de fondo. El corazón de Gabriel se preocupó.

        ¿Podés venir a casa? No deja de llorar, tiene fiebre, pregunta por vos, no deja de llamarte… ¿La escuchás?

     Llantos mezclados con “Papi, papi, papi" se entremezclaban con lo que Lucía decía.

                                  ***

     Gabriel no pensó en nada y corrió fuera del baño, buscando a Renato. Lo alcanzó cuando estaba por subir la escalerita al escenario.

—Tato.

     Gabriel lo agarró del brazo, suave, cuando el chico había puesto un pie en el primer escalón.

       Renato frenó y volteó a mirarlo. Vio cómo estaban los ojitos de Gabriel y se asustó.

—¿Qué pasa, Gabi?

—Vení, por favor.

      Gabriel volvió al baño y Renato lo siguió sin importarle nada. La batería podía esperar. El bar podía esperar.

—Recibí un mensaje de Lucía. Un audio, necesito ir a la casa.

      Gabriel no dejó de mirarlo a los ojos. Una bola se le formó a Renato en la boca del estómago.

—Escuchá —le pidió. Quería que supiera el verdadero motivo por el que iría, que no pensara otra cosa. Y le puso el audio.

—Entiendo, Gabi. No esperés más, andá. Chiara te necesita.

—Sos un ángel, Tato. Sos el chico ángel.

     Lo agarró de las mejillas y le dio muchos besitos en los labios a Renato.

—¡Chau! —Y corrió fuera del bar, encontrando por el camino a Gastón y a Agus, que servía tragos uno, y buscaba a Renato otro.

      Renato se quedó en el baño un rato. Trataba de no pensar que podía irse todo a la mierda e intentó contener las lágrimas que se formaban en el nudo del pecho y que amenazaban con salir.

     “Solo fue a ver a Chiara"

     “Pero Lucía va a estar ahí, con él"

—Solo fue  ver a Chiara —susurró para sí. Suspiró y salió del baño para dirigirse al escenario y empezar a tocar.

     Gabriel llegó a la casa de Lucía veinte minutos después, lo más rápido que había podido hacer. Se puso ante la puerta y desde ahí se podía escuchar el llanto de la pequeña. Le dolió.

     Tocó el timbre y unos pasos que se acercaban no tardaron en escucharse. Lucía abrió la puerta.

—Viniste. —Fue lo primero en decir.

—Sí, obvio que iba a venir.

      Lucía había creído que no la iba a querer ver más y ahí estaba de nuevo, en su casa, como muchas otra veces. La ilusión golpeó su pecho.

—Pasá —lo invitó Lucía, haciéndose a un lado para que Gabriel pudiera entrar a la casa. —Está en mi cuarto.

     Gabriel entró apresurado, queriendo ir a donde lo llevaba el sollozo de Chiara.

Chico problemático // QuallicchioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora