—Para mí también —reconoció Gabriel, mientras sus ojos se fijaban en los labios del castaño y ahí se quedaban. —Pero tenemos que controlarnos…
—¿En serio? ¿También fue difícil? —Le preguntó Renato. El chico se acercó y apoyó su frente contra la del ojiverde. Y Gabriel no protestó, no se alejó…
—Sí, y creo que va a seguir siendo difícil mientras estamos en el colegio. —Gabriel empezó a acariciar la nariz del castaño con su nariz.
—Muy —agregó Renato.
—Muy —repitió Gabriel, aún cerca, sus narices tocándose y las respiraciones del otro haciéndoles cosquillas.
***
—Sos lindo, eh. —No pudo evitar expresar Gabriel, agarrando a Renato de las mejillas y acariciándolo con los pulgares.
—¿Y vos? ¿Esos ojos? —le respondió Renato.
—Verde pasto —dijo Gabriel, en forma peyorativa.
“Verde esperanza, verde paz, verde del más lindo paisaje”, pensó el castaño.
—Es un verde lindo. El único verde que me gusta.
Las risas, voces, gritos de los estudiantes seguían escuchándose, por lo que Renato dio unos pasos atrás.
—Tenés razón, tenemos que controlarnos.
Gabriel soltó una risa y se pasó la mano por sus rulos, llevándolos hacia atrás desde la frente.
—Fui el primero en decirlo, y aun así… Es mejor que vayas al recreo.
—¡Sí! Nos vemos, profe —dijo el chico, dirigiéndose a la puerta del aula, mirando a Gabriel.
—Nos vemos, Tato —le respondió el ojiverde.
Renato le dedicó una última sonrisa, salió del aula y Gabriel soltó el aire que había estado manteniendo.
Renato le gustaba cada vez más.
La última vez que se vieron ese día fue para saludarse de lejos. Gabriel asistió a la despedida del día del turno de la mañana, solo para poder ver a Renato mientras el chico hacía fila en el patio, junto a los demás alumnos.
Al día siguiente, se vieron cuando fue el saludo de entrada; cuando Renato fue a un aula en la que Gabriel estaba dando clase para pedirle algunas tizas, porque faltaban en la suya (se dirigieron una miraditas rápidas mientras Renato agarraba una de las tizas blancas); y finalmente, cuando fue el saludo final.
Renato estuvo todo chinchudo en el trabajo ese día por ese motivo. Pero se trataba de animar pensando que al día siguiente tendría clases de matemática con él.
Llegó a su casa esa noche con la idea fija de comer algo, terminar la tarea y seguir con lo que estaba haciendo para Gabriel. Escuchó risas en la cocina y a Fausto y Bruna, que hablaban, mientras se acercaba.
—Y das clases. Sos muy inteligente vos —decía la voz de Fausto.
—No tanto, hago lo que puedo.
—¿Qué hacen?
Renato fue a saludar a Fausto y luego a darle un beso en la mejilla a Bruna.
—Estoy estudiando para un oral y Fausto me está ayudando. Pero estaba por empezar a hacer la comida —respondió Bruna, a la vez que cerraba la carpeta. Después, empezó a agarrar sus cosas y fue hasta su cuarto para guardarlas.
—¿Y qué onda con el profesor? —Habló Fausto, para salir del silencio que se había formado de pronto—. ¿Ya lo empotraste contra el pizarrón?
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Chico problemático // Quallicchio
Romance-Repitió segundo y cuarto. Golpeó a sus compañeros en varias ocasiones. Y una vez golpeó a un profesor. -¿Le preguntó por qué hizo eso? -quiso saber Gabriel. -¿Y por qué iba a ser? Causar problemas es su afición. Quattordio es un chico problemátic...
