Capítulo 43

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La clase no había empezado todavía cuando se escucharon, desde el aula, pasos en el pasillo. Entonces, vio entrar al salón a Athié, que lo miró un segundo, y a Ángela, que ni siquiera lo miró. Fue por el lado más alejado de su banco y miraba al piso.
    Renato se sintió morir de los nervios cuando vio que no estaban solos. Detrás de ellos, con su camisa a cuadros, saco y pantalones de vestir y con su mirada seria, el rector entraba al aula.  

                                   ***

Capítulo 43

    La respiración del castaño se aceleró y una sensación de calor y frío mezclados recorría su nuca hasta su cara en el tiempo en el que el rector se acercaba a su banco. Su corazón jugaba una carrera desquiciada.

      El rector llegó a ponerse delante del pupitre de Renato y apoyó sus manos en la mesita. El chico no quería mirarlo. De pronto, quería y necesitaba que Gabriel estuviera al lado de él, agarrándolo fuerte de la mano. Y no se soltaran por nada del mundo.

—Athié y Torres vinieron a Rectoría…

     Renato no quería mirarlo. Su vista se posaba en la mesa del pupitre. ¿Pero por qué tenía que decirle las cosas delante de todos?... Estaba a punto de enfrentarlo…

—…para hablar sobre lo que quieren hacer para recaudar plata para el viaje de egresados…

     ¿Eh? Dejó de escuchar. Renato sentía que se desmayaba. El señor hablaba y hablaba y el castaño sudaba y temblaba. Se puso de pie de golpe y miró al rector, que calló y se lo quedó mirando también.

—¿Puedo ir al baño?

—¿Se encuentra bien, Quattordio? Vaya.

     El chico salió casi corriendo del salón y escuchó a Alejandro decir:

—¡Vaya despacio, Quattordio!

     Cuando el chico llegó a los baños, Renato pudo respirar, y su mente y su cuerpo empezaron, finalmente, a tranquilizarse. No sabía nada entonces. No le había dicho. Se apoyó contra la pared frente a las piletas. Todavía seguía temblando.

      No supo cuántos minutos estuvo ahí que escuchó esa voz.

—¿Tato?

     Gabriel entró al baño, lo vio y se le acercó. Agarró sus dos mejillas y lo miró preocupado.

—¿Qué pasa? ¿Estás bien?

—¿Qué estás haciendo acá?

—Mi papá me dijo que te sentías mal y me pidió que viniera a buscarte.

      Los ojos de Gabriel empezaron a escanear la carita de Renato: sus ojitos marrones abiertos grandes, su boca de labios esponjados ligeramente abierta. Y sus manos se deslizaron por su frente y mejillas. No notó nada malo y quedó agarrándolo de los cachetes.

    A Renato se le formaron arruguitas.

—Todavía quiere tenerme vigilado. No iba a poner una bomba en el colegio.

       Gabriel suspiró.

—Espero que algún día lo entienda.

      Le acarició las mejillas con sus pulgares al decir eso. 

—¿Pero por qué te dijo a vos? ¿Piensa que vos podés controlarme mejor?

—Eso parece. ¿Pero cómo estás? ¿Qué pasó, Chiquito?

—Me asusté. Ángela y Athié entraron al curso con tu papá, pensé que le había dicho lo nuestro. Me asusté. Solo le hablaron sobre hacer algo en el colegio para recaudar plata.

Chico problemático // QuallicchioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora