Capítulo 59

469 51 41
                                    

Gabriel había querido quedarse. Parecía que Valeria no había querido oponerse y él tampoco había querido hacerlo, pero tenía que dejar a Renato un poco en paz para que se dedicara bien a sus cosas, sin distracciones.

                                                     ***

Capítulo 59

        El lunes, en clase, los asientos de Athié y Renato estaban vacíos y Ángela y Agustina se sentaron juntas. 

    Durante la clase, Gabriel no dejaba de dar miraditas al pupitre de Renato. Vacío. El día anterior no lo había visto y estos días también sería imposible. Lo extrañaba.

     Quería dejarle tiempo para sus cosas, pero de igual manera, le resultaba difícil. Pensaba en él constantemente y pensar que debía resistirse a pasar el tiempo con él… Todo fuera para que Renato no se estresara con todas las cosas que tenía que hacer, que no se distrajera, que tuviera más tiempo para dedicarse al colegio.

—¡Profesor! —Aquello lo sacó de su mente y miró en dirección de la voz.

    Ángela se acercó de pronto desde su banco y se puso frente al escritorio. Se agachó un poco y le dijo:

—Tengo que hablar con usted.

—¿Tiene alguna duda? Dígame.

—No, después de clase.

   Gabriel empezó a asustarse, se imaginaba que quería hablarle de algo que nada que ver con el colegio.

—Está bien.

    Gabriel estuvo el resto de la clase con el corazón en la boca.

    Cuando finalmente todos los chicos salieron al recreo, Gabriel se quedó en el escritorio haciendo como que acomodaba sus cosas, bastante lento, para disimular. Ángela había hecho que había salido del aula como sus compañeros, pero cuando no había de qué preocuparse, volvió.

—Usted y Tato tienen que tener cuidado —le dijo—. Sebastián sospecha… me parece que está seguro, solo está buscando pruebas para que le crean. Dice que vio a Tato subir a su auto un día.

     El corazón de Gabriel frenó abruptamente. Se tiró el pelo hacia atrás, en un gesto de preocupación, que le llegó al pecho y a la mirada.

—Yo traté de hacerle ver que está equivocado, no sé si lo logré… Le dije que usted estaba con la rubia y que el chico de la moto era el novio de Tato…

—¿Fausto?

—¿Hice mal? Es lo primero que se me ocurrió.

—No, está bien, está bien, gracias… Y gracias por decirme…

—De nada. Voy al recreo.

—Vaya.

    No sabía qué hacer. Agarró el celular, temblaba. Lo dejó en la mesa, lo volvió a agarrar. Finalmente, decidió llamar a Renato más tarde. Sentía que era muy temprano para molestarlo.

   Acomodó y guardó todas sus cosas con el pensamiento de que Athié podría averiguarlo todo. Ese pensamiento no desaparecía de su cabeza y hacía que los latidos de su corazón fueran a un ritmo vertiginoso y golpearan en su pecho con una intensidad mayor.

   Llamó a Renato después del último timbre del turno mañana. El chico estaba poniéndose el camperón, preparándose para ir al trabajo. Después de un saludo, Gabriel le contó lo que Ángela le había dicho.

—Pero estábamos siendo cuidadosos. Yo veía de un lado a otro antes de subir a tu auto.

—Eso creíamos. Athié te vio subir un día.

Chico problemático // QuallicchioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora