Capítulo 66

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—¿Dijiste que estás haciendo tu vida? Chiara y yo también. Chau.
—Lucía, por favor, no me alejes de Chiara.
—Fíjate quién es más importante. Si el chico o Chiara.
—¡Los dos son importantes para mí!
—¡Papi! ¡Papi!
—Él no es tu papá, cielo.
—¡NO! ¡Lucía! —Pero ella ya se metía a su casa y cerraba la puerta—. ¡NO!

***

Capítulo 66

    Gabriel empezó a llorar con fuerza. Quería que Lucía volviera a salir y seguir insistiendo. Golpeó la puerta para llamar su atención, tocó el timbre, pero ella ni caso. Mientras, lloraba a más no poder, sentía que no podía más y se fue arrastrando hasta el suelo.

    Segundos más tarde, dos manos lo agarraron de los brazos y lo alentaron a moverse. Se puso lentamente de pie, enfrentado a la puerta.

—Vamos, Gabriel, vamos a casa, o adonde quieras —pidió su padre.

     Gabriel se dio media vuelta y no se movió más. Se lo quedó mirando, con los ojos largando lágrimas sin parar, la cara roja, sollozos incontrolables…

     Su interior dolía, sentía que le faltaba algo, que se lo arrancaron.

—Gabriel…

    Y entonces, abrazó fuerte a su padre, que lo rodeó con los brazos también.

     Renato estaba desde que había entrado a su casa sentado en el sillón, al lado del teléfono, con las manos agarrándose la cabeza y llorando. Por la reacción de Lucía, era evidente lo que iría a pasar y el causante era él.

      Esperaba que Gabriel lo llamara y explicara lo que había sucedido. Iría corriendo a su casa otra vez. No había querido quedarse en la casa esperando solo, por eso se había ido, sabía que ahi estaría su hermana para acompañarlo.

—Su ex no va a permitir que vea a Chiara, a su hija, ¿entendés? —Le explicaba a Bruna, quien se le había acercado al verlo tan mal. Y él le había contado más o menos lo que había pasado.

—¿Pero qué le pasa a esa mujer para entrar a la casa así como así? Re obsesionada con Gabriel… Y vos no tenés nada que ver, eh, que te conozco y sé lo que estás pensando. La loca es ella.

    Renato dejó de mirar el piso y la miró a la chica.

—¿Qué es lo que estoy pensando?

—Que vos tenés la culpa de que si esa mujer decide que Gabriel no vea más a la nena.

—Y es así.

—¡No!

—Si no lo veía conmigo, no pasaba nada…

—Tato, Gabriel quiere estar con vos y tiene derecho a hacer su vida. Si ella no lo entiende…

     En ese instante, sonaba el timbre y Renato fue corriendo a atender. Abrió y estaban Alejandro y Gabriel. El último lloraba, tenía la cara roja y mojada.

—Gabi…

    El ojiverde se lanzó a él y se rodearon fuerte con los brazos. Se separaron para mirarse a los ojos unos segundos y luego juntaron sus frentes.

—Gabi…

     Gabriel lo besó y Renato le correspondió mientras pasaba las manos por sus mejillas para quitarle las lágrimas. Después de unos segundos dándose un beso reparador, o casi, volvieron a abrazarse. Alejandro miraba todo con seriedad.

—Yo ya me voy —dijo. Puso una mano sobre la espalda de Gabriel, que no se separaba de Renato. —Buenas noches —saludó.

—Buenas noches —Renato respondió el saludo, Alejandro dio media vuelta y avanzó hasta su coche, que había estacionado en el cordón de enfrente.

Chico problemático // QuallicchioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora