Capítulo 58

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—¿Y por eso te acercaste a Bruna? Sos una persona horrible. —Ángela empezó a caminar para el otro lado, así lo distraía y funcionó, porque Athié empezó a seguirla otra vez.
—Ange…
—Y sácate esas ideas de la cabeza, porque el profesor de Matemática y Tato no están juntos. ¿No confiás en mí? —A lo último suavizó un poco la voz.
—Yo sé lo que vi —susurró Athié.


                                            ***


Capítulo 58

     Bruna llegó a su casa con algunas lágrimas
cayendo. No podía sacarse de la cabeza lo que había pasado. Realmente había pensado que alguien quería estar con ella.

—¡EH, BRU!

    Bruna pegó un grito y dio la vuelta de un salto. Fausto estaba frente a ella, con un bolso colgando de sus hombros. Estaba yendo al trabajo del padre y pasó por ahí para ver si la encontraba, y había tenido suerte.

—Uh, ¿te asusté?

—No, te pareció nada más.

   Pero Fausto se la había quedado mirando a los ojos, que estaban brillosos y colorados por las lágrimas.

—Estás llorando.

—Estás muy perceptivo hoy, Fa —suspiró Bruna mientras se le hacía un pucherito al volver a tener ganas de llorar.

—Pero ¿por qué llorás?

    La chica dio un resoplido y dio media vuelta para abrir la puerta de su casa y entrar.

—Pasá.

    Fausto entró tras ella, Bruna cerró la puerta y fue a sentarse en el sillón, dejando la mochila a un lado. El chico la siguió y se sentó junto a ella.

—No soy linda, eso pasa.

    Entonces, se sacó los anteojos y se pasó el dorso de la mano por el rostro mojado por las lágrimas para quitar algunas.

—Sí sos linda… aún con esos mocos colgando.

—¡Fausto! —exclamó ella, con un asomo de sonrisa.

—Asqueroso pero no aburrido.

   Bruna rio.

—Siempre me hacés reír —sonrió la chica, mirando a Fausto a los ojos. Él tampoco le sacó la mirada de encima.

—Ahora ponete los anteojos, que no quiero que me veas más feo de lo que soy.

—Vos no sos feo, Fa —le dijo la chica, poniéndose los anteojos.

     Fausto le sonrió y le corrió un mechón que le había caído en los lentes. Bruna sonrió a su vez al verlo sonreír y ver esa actitud tan dulce.

     Los ojos de Fausto se fueron inevitablemente a los labios de Bruna. Se acercó un poquito. Bruna se impulsó más cerca también y, casi sin saber cómo pasó, se estaban besando.

    De repente, el rubio cayó en lo que estaba pasando, se separó avergonzado y miró la pared frente a él mientras Bruna lo miraba con la boca abierta.

—Eemm… ¿Todo bien? —preguntó el chico, que se había puesto rojo y frotaba las palmas de sus manos en los pantalones—. Parece que va a llover, ¿viste?

    Bruna rio un poquito.

—Fa…

—¿Eh? —Fausto todavía no la miraba, pero Bruna lo agarró del mentón y lo volteó para que lo hiciera. Cuando sus ojos chocaron, ella se acercó para dale un beso en los labios, que Fausto siguió.

Chico problemático // QuallicchioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora