Capítulo 47

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     Lo había visto con Gabriel fuera del colegio, pero lo que más le preocupó era su mirada en él y que no descubriera lo que tenía con su hijo. Había sido un egoísta, pensaba el chico. No se preguntó cómo era con Gabriel más allá de las paredes del establecimiento, cómo era con Gabriel como padre. ¿Cómo se sentiría Gabriel en esa relación? Tenía una idea de cómo sería su relación, no era difícil darse cuenta, pero realmente esperaba estar equivocado y estaba dispuesto a escucharlo.

***

Capítulo 47

     El jueves y viernes pasó lento y con ansiedad por parte de Gabriel y Renato. Su cita se acercaba y no podían estar más contentos.

     Ese viernes Renato fue al bar y Gastón le entregó un sobre con las entradas antes de irse. Gabriel no fue porque habló por teléfono con el chico a la noche y Renato lo obligó a que descansara, porque decía tener sueño, pero de igual manera el ojiverde había querido ir.

—Dormí, a ver si mañana te quedas dormido en medio de la cita —bromeó Renato, pero aquello convenció a Gabriel.

      El sábado, Renato despertó temprano para hacer la tarea antes de su cita a las dos de la tarde.  Se había ido acostar a las tres de la madrugada después de llegar de Freedom, pero durmió unas buenas horas, así que pudo lograr hacer todo lo que les habían mandado, aun cuando no era para el lunes, y sin dormirse.

     Cerca de las dos de la tarde, Gabriel salió de su casa y subió a su auto para ir a buscar a Renato. Llevaba puesto jeans azules, remera de manga larga, un pulóver finito de color azul también, y una campera negra más abrigada. No había viento, hacía fresco, pero era soportable y el cielo estaba despejado, por lo que Gabriel pensaba que no podía haberles tocado un día mejor. Sonrió ansioso.

—No sé qué ponerme. Debería haber pensado en eso antes —dijo Renato a su hermana. Tenía una toalla alrededor de su cintura y el pelo mojado. Ahora estaba frente al armario abierto mientras Bruna miraba sentada desde la cama.

—Ay, Tato, eso a Gabriel ni le debe importar, ya te dije. Con que vistas una sonrisa en tu cara ya lo matas de amor. Y ni siquiera.

—Mentira.

—Dale, vos ves cómo te mira siempre, Tato. Se le salen los ojos cada vez que te ve, pero bueno. Ponete unos jeans negros, las nuevas zapas y esa remera azul con rayas verticales negras. Listo.

—¿Sabés que te quiero? —Le dijo Renato a Bruna y después se dispuso a sacar la ropa que ella le había dicho.

—Yo más… Ah, y los calzones que no tengan agujeros, de ser posible… Em, quiero decirte algo…

      En ese momento, sonó el timbre y Renato se apresuró a cambiarse mientras Bruna iba a abrir la puerta a Gabriel.

     Se puso desodorante, el buzo negro con capucha, el camperón y se abrochó la riñonera a través de su torso.

    Corrió a la salita con la sonrisa amplia en su cara y vio a Gabriel, que estaba sentado en el sofá, hablando con Bruna. Cuando lo vio, se puso de pie, también con una sonrisa.

      Bruna se fue a la cocina para dejarlos solos. Al pasar por al lado de Renato, le dijo, en voz alta:

—Mirá cómo te mira. Te quiere comer.

—¡Bruna! —rio Renato y Gabriel rio a su vez, un poco confundido. Bruna fue a la cocina también riendo.

     Gabriel y Renato se miraron.

—Hola.

—Hola.

     Renato corrió a él, le echó los brazos al cuello, Gabriel le rodeó el torso y se dieron besitos en los labios. Los besos eran de entusiasmo, alegría, emoción, ansiedad, nervios. Estaban sintiendo toda esa mezcla y sonriendo durante los besitos. Se separaron un poco y ambos sonreían sin dejar de mirarse a los ojos.

Chico problemático // QuallicchioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora