Se pusieron frente a frente, Gabriel se acercó hasta chocar con él y pasó un brazo por sobre su torso. Renato, en cambio, enterró su mano en la mata de rulos, en el lateral de la cabeza, y empezó a masajearle en una caricia.
—Sos tonto, Gabriel. ¿Cómo te podés quedar pensando en nuestro acuerdo estando así? ¿Cómo podés pensar en mí estando vos así? ¿Vos estás para mí, no? Y yo estoy para vos, amor.
***
Capítulo 63La mejilla de Renato se posó en la de Gabriel y la notó húmeda y caliente.
—¿Gabi?
Le pasó un dedo por la mejilla, limpió las nuevas lágrimas que caían de los ojos del ojiverde y luego le repartió unos besitos por el lugar.
—Ya no quiero saber nada de mi papá, Tato, nada. Antes quiso hablar conmigo, pero yo lo ignoré. Supongo que tendremos que hablar en algún momento, pero todavía no.
Renato volvía a enterrar la mano en la mata de rulos de Gabriel y a rascarle con la punta de los dedos el cuero cabelludo.
—Me habría gustado que las cosas fueran diferentes con tu papá y vos —habló Renato.
—A mí también…
Hubo un silencio de palabras, un beso en la frente calentita de Gabriel, una mano que acariciaba, un sollozo casi imperceptible…
—Ahora durmamos, es tarde.
—Pero ¿estás bien?
—Estoy bien, Chiquito, solo no me dejes de abrazar.
—Buenas noches, Gabi.
—Buenas noches, Tato.
Renato no durmió enseguida. Siguió acariciando la cabeza a Gabriel mientras de vez en cuando se cercioraba que no estuviera llorando, pasando su pulgar (apenas rozando) por debajo del ojo del ojiverde.
Renato lo acariciaba en la cabeza y mejilla, y Gabriel se dejaba hacer, mientras entraba poco a poco en el sueño.
Y aun cuando empezó a escucharse su respiración regular y ligeros ronquidos, el chico seguía asegurándose de que no le caía ninguna lágrima más.
Entonces, se dedicó a sacar lo mojado en el rostro de Gabriel con su pulgar, suavecito, y volvió a poner su mano en la cabeza y trató de dormir.
Renato abrió los ojos. La luz estaba encendida y le dio directo en los ojos. Se los frotó y los abrió apenas. Estaba de costado y se puso boca arriba.
—Tato, no…
Renato miró a un costado. Gabriel estaba sentado con la espalda apoyada en el cabecero, mirándolo.
—Buen día, Gabi, ¿cómo te sentís?
—Bien —respondía Gabriel mientras lo miraba raro, con los ojos yendo a las manos de Renato y a la cara del chico constantemente. Se rascó la nuca.
El castaño no notaba nada extraño y no lo dejaba de mirar con una sonrisa.
Gabriel se despertó media hora antes de la hora en que sonaría la alarma. Tuvo tiempo de prender la luz e ir al baño, intentando no despertar a Renato, que podía dormir un ratito más.
Al salir del baño, se sentó en la cama al lado del chico, con la espalda en la cabecera, y lo miró. Dormía boca arriba con sus manos sobre su pecho. Se veía en paz y a él lo hacía sentir de la misma manera.
Recordó lo que había hecho la noche anterior y su interior desbordó de emoción. Tal vez lo dos eran un cabeza dura.
Sus ojos demoraron en sus manos hasta que recordó el anillo, que llevaba puesto. No había tenido tiempo de probar el anillo ese en Renato porque Gastón los había interrumpido, pero ya había notado que le quedaría un poco flojo. El anillo que había pertenecido a su abuela quizá le quedaba.
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Chico problemático // Quallicchio
Romance-Repitió segundo y cuarto. Golpeó a sus compañeros en varias ocasiones. Y una vez golpeó a un profesor. -¿Le preguntó por qué hizo eso? -quiso saber Gabriel. -¿Y por qué iba a ser? Causar problemas es su afición. Quattordio es un chico problemátic...