Capítulo 23

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    Lena se sentía sumamente reducida entre medio de los dos alienígenas que, en aquel preciso momento, la conducían a través de un pasillo de paredes retorcidas que elaboraban formas espiraladas y confusas a la visión; efecto que se acrecentaba con la presencia de una seguidilla de luces rojizas que parpadeaban a medida que avanzaban.

    La envergadura de la nave era tremenda, al igual que la de aquellas que flotaban a su alrededor. Su sola visión procuraba una impresión muy fuerte; la impresión que tendría una hormiga al enfrentarse a un rascacielos. Su aspecto, por otra parte, recordaba a Lena a alguna película intergaláctica surtida de efectos especiales.

    Si no fuera por la interferencia de otros tantos factores que la atribulaban y desconcentraban, la joven se habría sentido mucho más impresionada por semejante presencia de artefacto.

    Había intentado mantenerse fuerte, pero lo cierto es que estaba muerta de miedo. Su plan era algo dudoso se lo viera por donde se lo viera, y muchas cosas podían salir mal.

    Concéntrate- se exigió a sí misma-. Kara no dejaría que la cobardía la paralizara.

    Kara... Aún le dolía la mirada que le lanzó segundos antes de marcharse. Estaba claro que la rubia se había sentido traicionada, abandonada y engañada. Lena sabía –como había sabido desde el primer momento en que elaboró aquel rebuscado plan –, que resultaría difícil, si es que en algún momento volvían a verse, dejar pasar aquel desliz. Si sobrevivía, de seguro Kara no volvería a confiar en ella de la misma forma.

    Llegaron a una sala redonda, ancha y de techo alto con una mesa ovalada en el medio sobre la cual brillaba una enceguecedora bola de energía violácea que parecía estar dotada de tentáculos luminosos que oscilaban, parsimoniosamente, a su alrededor.

    Se trataba del generador núcleo de la flota; aquel del que Winn había hablado. No cabían dudas al respecto.

    Los ojos de Lena recorrieron el contorno del espacio, topándose con un buen número de espectadores sentados en sendas sillas en forma de cápsula. Todos eran Acreodontes, pero su aspecto era distinto al de los que la joven había visto con anterioridad. Éstos iban ataviados con tintineantes cotas de malla de un tono añil oscuro, y se notaba en sus rostros deformes y desagradables cierto factor relacionable al paso del tiempo. Mientras que la piel de aquellos que permanecían de pie a ambos lados de Lena era tersa, húmeda y solo en algunas partes se notaba corroída, las de éstos otros constituía una lámina arrugada, sedienta y polvorienta que, en el caso de aquellas cuyos cuerpos, en años mejores, habrían resplandecido, deduciblemente, como el sol rojo, ahora no brillaba más que un trozo de cartón de color asalmonado.

    Los alienígenas intercambiaron unas palabras con los escoltas de la joven en un ensortijado dialecto cuyos sonidos y palabras habrían podido atribuirse a simples gruñidos y siseos.

    Al final, uno de los más ancianos se dirigió a Lena empleando su idioma con un éxito y una destreza que ésta no podría haberse esperado.

- Hablo en nombre de los profetas de mi raza, hija de la tierra. Aquí, ante éste consejo conformado por los más sabios de los sabios, serás juzgada y conocerás tu destino- Entrelazó los dedos sobre su regazo, haciendo tintinear la cota de malla-. ¿Te declaras culpable del delito de usurpación de la semilla sagrada de Dóntex, así como de su corrosión y apropiación ilícita según las leyes de mi pueblo y las del tuyo?

    Lena elevó el mentón, reticente a llevar a cabo su plan hasta poder cumplir con un segundo cometido surgido en medio de su trayecto hasta allí; uno para el que Kara le había servido de inspiración.

Nuevos Comienzos- SupercorpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora