Capítulo 48

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Jugueteando distraídamente con la correa del bolso desgastado que la había acompañado durante tanto tiempo, Lena se introdujo, curiosa, en el apartamento de Alex; tupido de luces blancas que hacían brillar el piso flotante y que ocasionaban que las paredes refulgieran de forma algo intrusiva para la visión.

Un grito estridente distrajo de pronto su atención, y antes de que pudiera reaccionar o darse cuenta de nada (aún con sus tremendamente ágiles reflejos), Amelia se le echó encima y la abrazó por el cuello de forma impetuosa.

-          ¡Por Dios, Lena!- exclamó-. ¡Pedazo de una idiota!- la rubia alzó las cejas cuando Amelia se separó de ella para contemplarla iracunda y señalarla con el dedo, cuya yema se quedó viendo de forma alternativa a los irises almendrados que la juzgaban- ¿Cómo se te pudo ocurrir desaparecer todo este tiempo? ¡Casi nos matas de la angustia! Sobre todo ahora que...- vaciló un instante, y Lena creyó que podía estar a punto de quebrarse, pero luego tomó aire y consiguió recuperarse-. Mira, querida, irte al país de los cabrones más fríos de todos a interpretar el papel de reina del hielo no ayuda a nadie. Aún más cuando...

-          Mel.- Lena la tomó por los brazos y le enseñó su sonrisa más sincera-. Lo siento. No quería herirte, ni a Alex, ni a nadie. De verdad necesitaba hacer esto- echó un vistazo alrededor-. Aquí no habría podido quedarme...

Amelia parpadeó un par de veces para luego esbozar una mirada más relajada. Luego se acomodó la boina –turquesa ese día, a juego con un abrigo largo y blanco – y volvió a abrazar a su amiga.

-          No. Yo lo siento.- Dijo de una forma más seria de lo que a su chispeante personalidad solía atribuirse. Se pasó una mano por el rostro y exhaló-. Joder- rió un poco-. Eres ella.- La miró de arriba abajo y se llevó las manos a la boca, ladeando la cabeza. 

-          Me lo dicen a menudo- Lena sonrió de lado.

-          Lo siento- volvió a decir Amelia, y su gesto se tornó triste-. No quisiera tener que hablar de esto justamente contigo, pero la extraño tanto... Fuimos como uña y mugre desde que perdimos el primer diente de leche. Quisiera haberle dicho muchas cosas- las lágrimas comenzaban a querer salir con mayor ímpetu desde sus ojos, pero Lena no la detuvo. Sentía que la joven necesitaba decirle aquello. Había estado esperando bastante para soltarlo-. Como que esperaba que me diera sobrinos que me tuvieran como la tía maja y alborotadora que vive en el sótano con sus diseños devaluados en miles de dólares pero aún no descubiertos... Que me encantaba discutir con ella acerca de la moda porque no tenía la más pálida idea, que era una completa necia exasperante, pero que la quería como si fuera mi propia hermana... Y que habría dado...- su voz se quebró-... que habría dado todo por volverla a ver reír una vez más. Su risa era contagiosa. Y ahora es tu risa. Y tu voz. Y tu sonrisa- ladeó la cabeza-. Todo esto es tan...

-          Falto de pies y cabeza- ofreció Lena.

-          Tal vez- concedió Amelia.

Maggie, que se había dedicado a darle una calurosa bienvenida a su prometida todo ese rato,  también se aventuró en ese momento a abrasar a Lena.

-          Me alegra que estés bien, Luthor- dijo con una sonrisa, apartándose para estudiarla-. Aunque te ves fatal. Un bonito lugar, Rusia, ¿eh? Una elección curiosa, si me lo preguntas, considerando que es uno de los países más homofóbicos que existen... Pero bueno, supongo que habrás tenido tus razones.

Lena soltó una risa.

-          Sin duda fue una elección curiosa- concedió, sin entrar en detalles.

Alex dejó su equipaje a un lado y fue hasta la cocina a por un par de cervezas.

-           Tendremos visitas para cenar, cariño- le dijo a Maggie.

Nuevos Comienzos- SupercorpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora