Capítulo 50

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El grupo madrugó para seguir su camino sin tardanza. A media mañana la humedad se había condensado en el aire, y poco antes del mediodía, comenzó a llover torrencialmente.

Avanzaron por debajo de la cortina de agua durante largo rato, sin refugio del que hacerse más que las altas copas de los árboles. A partir de entonces, casi no hicieron paradas sin ser para comer o beber, y tampoco se encontraron con ningún imprevisto ni criatura que pudiese haber inferido en su andar. Las nubes los protegían del rayo del sol, por lo que Lena no tuvo razones para recurrir al poder del Númex y hacerlas desaparecer.

Tardaron unas cuantas horas en llegar a las montañas, pero al final, se vieron al pie de una de las más inmensas de la cordillera. Todos admiraron su enormidad con los ojos desorbitados. Era al menos tres veces más grande que el Everest en anchura, y la mayor parte de su envergadura se perdía por encima de las nubes.

-          Habrá que rodearla- dijo Hal, dejando su mochila en el suelo y poniendo los brazos en jarras mientras miraba a ambos lados, tratando de determinar la cantidad de kilómetros que tendrían que recorrer para salvar la distancia que los separaba del valle entre montaña y montaña. 

-          ¿Por qué no sobrevolarla?- inquirió Amelia.

-          Además de que aún seguimos con la idea de no llamar la atención, la temperatura allí arriba es inaguantable para los humanos- contestó Lena.

-          ¡Pero hacer un rodeo podría agregarnos un día más de viaje, y quién sabe si podremos pasar por el valle!- intervino Maggie.

-          Podremos.- Hal activó un holograma en su muñeca-. Hice una lectura del terreno antes de aterrizar. Las montañas están dispuestas a modo de circunferencia- apareció un diagrama frente a él que enseñaba lo que iba explicando-. La entrada al Rac Atreúr está al suroeste, en uno de estos dos picos enanos- indicó el lugar en cuestión-. Estamos a unos tres días a pie, si conseguimos llegar al valle antes del anochecer del día de hoy.

Los demás hicieron gestos de asentimiento, algo agotados ante la perspectiva de que aún les quedara tanto tiempo. Lena comenzaba a impacientarse. Hasta entonces había podido contenerse perfectamente, pero ahora la expectativa comenzaba a hacerse demasiado presente, y decidió, por arte de una firme y auténtica corazonada, que era hora de llevar a cabo lo que desde hacía horas venía planificando.

-          Podría adelantarme desde aquí- comentó, ganándose la atención del resto-. Ya saben, reconocer el terreno y buscar la entrada a la cueva, si es que es una cueva- reflexionó-. En cuanto al pasar desapercibida, puedo moverme al ras la montaña. Siendo una sola, no debería armar demasiado alborozo.

-          ¿Ir sola?- dijo Alex, ladeando la cabeza-. No sabes lo que hay allí dentro.

Se había imaginado que su cuñada sería la única que probablemente se opondría a su idea. 

-          ¿Y qué iba a haber?- Lena se encogió de hombros y soltó una risa irónica-. ¿Otro Alnebis?

Alex la tomó por el brazo y la apartó del resto.

-          Escucha, sé de lo que eres capaz- le dijo cuando se detuvieron junto a un par de arbustos-. No estoy poniendo en duda tu poder, pero Lena, sé razonable... Estamos en un mundo distinto. No conocemos lo que puede llegar a haber al otro lado de esa cumbre...

-          Alex, aprecio que te comportes de forma tan... sobre-protectora conmigo, pero esto no te incumbe- Lena se deshizo de su agarre, pero trató de suavizar su expresión cuando vio la reacción de su interlocutora-. No me malinterpretes, de verdad que agradezco tu preocupación, y sé que estás trasladando el rol que tenías para Kara a mí. No necesito una hermana mayor ahora. Lo que necesito es convencerme de que este trayecto no fue en vano- Elevó una comisura-. Y soy dura, querida. No hay ningún reptil tiranosáurico que pueda llegar a hacerme mella.

Nuevos Comienzos- SupercorpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora