Capítulo 52

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- ¿Tienes hijos?

Lena alzó las cejas en dirección a Kara, que la miraba desde su lado, unas cuantas cabezas más abajo, con una expresión de absoluta inocencia. Se pegó al rostro una sonrisa dulce y ladeó la cabeza.

- No, cariño. No tengo hijos. Y de cualquier forma- apartó la vista hacia el camino selvático que recorrían-, no creo poder ser una buena madre.

- ¿Por qué no?

La joven torció el gesto.

- No tuve una buena relación con mi madre- le explicó, tratando de hallar las palabras adecuadas-. Siempre estábamos peleando o discutiendo. Ella no es la mujer más cariñosa del mundo, que digamos... Y siempre tuvo esa manía de querer enseñar su desprecio de todas las formas posibles.

- Pero es tu mamá- comentó la niña- Seguro que te quiere a pesar de todas sus fallas. Nadie es perfecto, sobre todo la familia. Mi tía Astra siempre lo decía.

Lena sonrió y le pasó una mano por la mata de cabello dorado.

- Es algo más complicado que eso con mi familia- le dijo-. No solemos guiarnos por los estándares normales.

Kara asintió y miró al frente, encogiéndose de hombros.

- Pues yo sí creo que serías una buena mamá. Pienso que para serlo solo hay que quererlo. Y no eres de la clase de persona que renuncia. Sino no estarías aquí, buscando a tu amiga extraviada.

Lena rió y pasó un pulgar por su mejilla.

- ¿Siete años, has dicho?- preguntó, divertida-. ¿De dónde sacas todas esas ideas, pequeñaja?

La rubiecita se encogió de hombros y sonrió, inflada de orgullo.

Llevaban un par de horas avanzando a través de la selva. Kara había explicado que lo mejor era no alterar a los espíritus que circulaban por el cielo; razón por la cual no podía levantar vuelo para llegar antes a destino. Lena no se quejó al respecto. Lo cierto es que temía a lo que se venía, y prefería pasar el mayor tiempo posible de quietud previo a ello, en compañía de aquella elocuente y habladora piltrafa de la persona con la que se había casado.

Se cruzaron en un par de ocasiones con bestias semejantes al tigre que por la mañana había querido atacar a Lena, pero no fue más difícil de lo que lo fue entonces repelerlas. Todo era salvaje, inimaginable y fantasioso; como una versión aún más idealizada de Eratris. Como una tierra antigua y pletórica, si bien inquietante.

A media tarde, se detuvieron a comer unos frutos que Kara alcanzó de un árbol altísimo del que colgaban unos curiosos simios anaranjados, de cuatro colas, tres ojos y unas alas membranosas debajo de las delgadas extremidades, que se enfadaron horriblemente cuando la niña kryptoniana invadió de improviso su territorio para hurtar algunas piezas de alimento.

Mientras permanecían las dos sentadas descansando en un tronco caído, Kara decidió hacer otra de sus convenientes preguntas.

- ¿Y cómo es la persona a la que buscas?

Lena arrojó el carozo de una baya amarillenta y del tamaño de un puño hacia atrás y apretó los labios mientras fingía que pensaba en la respuesta.

- Veamos- se frotó una palma con la otra-; es alta. Más alta que yo, sin duda. Y... amable, muy amable.- Torció la cabeza-. Casi siempre es dulce, valiente... Terca como una mula- se rió y la miró-. Puede ser la criatura más desesperante que existe, pero también la más encantadora de todas.- Ya había empezado, y no se sentía capaz de parar. Los pensamientos, recuerdos, sentimientos; todo afloró de repente en su cabeza luego de meses de haberlos rechazado para no sufrirlos-. Su forma de ser y las cosas que le gustan... Sus actitudes, su apetito y gestos; las cosas que dice y las cosas que hace, son de niña la mayor parte del tiempo- Sonrió de forma significativa-. Ahora más que nunca. Y otras veces me enseña y me tranquiliza con más sabiduría que muchos adultos a los que he conocido.

Nuevos Comienzos- SupercorpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora