Capítulo 30

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Kara suspiró, llenándose las fosas nasales del vapor cálido que ascendía de las aguas termales ubicadas en medio de la selva que coronaba Temiscira. Su malestar no había disminuido demasiado pasadas dos horas desde lo acontecido en el campo de entrenamiento. Aún le parecía sentir –como un rastro psicológico de la experiencia más que nada – las agujas de hielo escalando sus órganos internos y absorbiéndolos en su helado paso.

Lena le pasó una esponja de mar húmeda por la espalda, apoyando la otra mano en su cadera y acariciando su piel por debajo del agua. 

En un principio, la morena se había puesto como una furia tras descubrir la artimaña en la que Kara había participado, y pareció incluso que se negaría a hablarle por un tiempo indefinido. Pero progresivamente, al ver la condición en la que los esquicios de su faceta psicótica habían dejado a la rubia, fue ablandándose y evidenciando su preocupación por su bienestar.

-          ¿Estás bien?- Preguntó Kara tras toser un par de veces, notando el prolongado período en que ambas habían permanecido en silencio, sumidas en sus pensamientos.

Lena no respondió en seguida. Volvió a mojar la esponja y la pasó por la piel embarrada de la chica.

-          De maravilla- dijo con ironía-. Sobre todo sabiendo que estuve a punto de matarlas a ti y a Diana y que en cualquier momento puedo volver a perder la razón y acabar con una ciudad entera sin mover un dedo, y ni siquiera tú conseguirías detenerme.

Kara se volvió hacia ella. Había estado dándole la espalda por temor a que la urgencia de estornudar se hiciera demasiado precipitada como para poder esquivarla a tiempo, pero tras percibir el tono de sus palabras, decidió que la situación ameritaba el riesgo.

-          Lograste frenar en última instancia. Me reconociste- Dijo, arrebatándole la esponja y pasándola suavemente por su hombro lastimado tras depositar un suave beso en el mismo. Ya se había disculpado unas cien veces con ella desde que tuvo oportunidad de hacerlo, pero por mucho que hubiese recibido su perdón y la certeza de que su decisión probablemente había salvado el día, no podía evitar odiarse a sí misma por haberle causado ese daño físico.

-          Fue solo suerte- Subrayó Lena-. Es imposible saber si la próxima vez pasará lo mismo- Miró hacia un lado-. Por el bien de todos, quizás habría sido mejor morir en esa nave...

La rubia frunció el ceño, tomando su mentón para que la mirara.

-          No quiero que vuelvas a decir una cosa así.- Dijo con seriedad, dando paso, poco después, a una pequeña sonrisa de lado-. ¿Qué sería yo sin mi Lee?

Estuvo cerca de conseguir que los labios de Lena se curvaran, pero al parecer la pesadez de la joven solicitaba algo más de esfuerzo que el enseñado.

-           Todo empeora, Kara. Desde que nos conocimos ha sido un desastre detrás del otro... No hemos tenido ni un solo respiro.

-          Lo tenemos ahora- Observó la otra chica, acercándose más a ella y entrelazando las manos detrás de su espalda. Ambas se estremecieron con el roce de sus pieles desnudas-. Y creo que esa es una perspectiva demasiado pesimista... No todo empeora- Se acercó a ella hasta que pudo sentir la textura de sus labios contra los suyos, aunque limitándose a rozarla provocadoramente sin presionar.

Lena soltó un suspiro extasiado como respuesta al hormigueo que la recorrió de pies a cabeza al recrearse en el cuerpo de Kara con tanta precisión; al sentir la suavidad de su figura solapada a la suya y ser testigo de la forma en la que sus ojos oceánicos la analizaban de arriba abajo con deseo.

Nuevos Comienzos- SupercorpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora