Bajo las miradas anonadadas de todo el mundo, Kara, el Númex, Lena o quienquiera que fuese aquel ente tan enormemente poderoso que yacía de pie sobre el acantilado, extendió un brazo en dirección a la espesa cortina de agua y elevó las puntas de los dedos hacia el cielo. Esa simple acción desencadenó la apertura de una circunferencia en medio de la ola que dejó pasar los rayos del sol amarillo, que penetró las nubes rojas precipitadamente hasta enfocar su figura. La joven se giró para que su herida mortal absorbiera la radiación y, de esa forma, empezara a cerrarse.
Tras unos segundos, su cuerpo se estremeció y la cabeza se le echó hacia atrás. Su boca se abrió, y en su interior se atisbó la misma luz que poseía sus ojos. El suelo vibró con mayor ímpetu, y los fragmentos desprendidos de éste, junto con las ramas, la hierba y las plantas marchitas por el combate, gravitaron; misma suerte que habrían corrido el resto de los héroes, irremediablemente, de no haber tenido nada a lo que aferrarse.
Kara también se elevó del suelo, con suavidad y sin prisa, irguiéndose poco después y dejando las manos cerradas a ambos lados de su cuerpo, carente de ningún plan u objetivo aparente más que esperar en aquella posición, quizás por un ataque, o quizás por algo que ninguno de los presentes habría podido, por más que lo hubiese intentado, dilucidar con precisión. Muy cerca de ella, Alnebis, que contemplaba los sucesos con una mueca de indudable desconcierto y que era capaz de sentir el incremento de poder surgido a través de su fusión con Lena, inició el trote en su dirección, filo en ristre, con la esperanza de poder acabar con aquello antes de que se le fuera verdaderamente de las manos. Tenía la espantosa impresión de que el poder en el núcleo de la Kryptoniana; ese que le era permitido observar por medio de su habilidad para infiltrarse en las almas del resto (brindada por el Xemun), era nada más que una pequeña muestra. El pico del iceberg sumergido. El Númex se estaba conteniendo, lo que seguramente hablase de algún tipo control ejercido por los otros dos individuos involucrados. En ese entonces, no estaba en sus manos determinar cuál de los dos, o si los dos a la misma vez.
Con toda la potencia que le brindaba la acumulación de poderes que reverberaba en su interior –no solo el del Xemun, sino también otros tantos que en sus años de gloria había acumulado –, dio un último paso en el suelo, generando una profusa hendidura, y soltó un rugido de guerra que habría podido dejar helado al mismo demonio. Levantó la hoja llameante por encima de su cabeza en tanto su violenta propulsión lo acercaba más y más a su rival, que no aparentaba haber perdido la calma, o siquiera haber podido percatarse de sus intenciones. Quizás la acumulación de poder era inútil en un cuerpo muerto. Quizás la preocupación de Alnebis no contenía, por sí misma, ningún fundamento más que la impresión y el desconocimiento de la situación en su integridad. Tal vez aquella actuación de la que había hecho gala el cuerpo supuestamente inerte de la kryptoniana no era más que eso; una mera actuación. Con esa clase de pensamientos en su mente, en pleno vuelo, fue adquiriendo cada vez más confianza. Él era el amo supremo del universo. Todos le temían y respetaban. La galaxia temblaba ante la mención de su nombre. Él era Alnebis, el Abrasador de Albes. Destructor de mundos. Desollador de inocentes. Jamás había sentido temor hacia nada ni nadie. Su fuerza superaba toda expectativa; opacaba toda fuerza existente en cualquier rincón de cualquier mundo. Aún no había nacido, y probablemente tampoco nacería, un rival a su altura.
Esa vez, atravesar el campo alrededor del Númex le fue mucho más simple. No encontró, de hecho, ninguna resistencia. Saboreando el triunfo de antemano, apuntó el filo hacia el pecho donde residía aquel símbolo kryptoniano, dispuesto a abrirlo para extirpar el poder de su corazón caliente. Pero antes de que las llamas de su espada encontrasen el objeto en la mira, las manos de la joven, en un movimiento demasiado rápido como para ser captado por cualquier ojo físico, interceptaron como si nada el ardiente metal que antes había constituido su ruina.
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Nuevos Comienzos- Supercorp
Fanfiction"El camino a la grandeza está repleto de cuestas y obstáculos, de amistades y enemistades, de amores y pérdidas... Pero llegarás a la cima algún día, pequeña; y cuando eso ocurra, todo lo que tuviste que pasar al fin cobrará sentido ante tus ojos" L...