Nuevos Comienzos- Supercorp

Capítulo 28

- Kara... Kara... Eh, Kara, ¿siquiera me estás escuchando?

    Kara parpadeó un par de veces, volviendo la vista hacia su mejor amiga como si recién en ese instante hubiese reparado en su presencia.

    La cafetería de Smallville estaba prácticamente vacía, por lo que las jóvenes gozaban de un buen porcentaje de tranquilidad para su reencuentro luego de varios meses de no verse vis-á-vis.

    Era la primera vez que las dos retornaban al pueblo en bastante tiempo. Kara no era la única que tenía un trabajo exigente en la ciudad; Amelia, por su parte, había conseguido un puesto como asistente de una de las diseñadoras más famosas de Nueva York. En aquel momento, justamente, trataba en vano de contar a la otra joven cómo era estar al servicio de la réplica de Miranda Prestly.

- ¿Qué es lo que sucede contigo?- Preguntó Amelia, alzando una ceja-. La última vez que hablamos te hundías en tu propia miseria, y ahora andas con esa cara de boba sin remedio para arriba y para abajo- Apoyó los brazos cruzados en la mesa, mirándola de reojo-. Se me ocurren dos posibles cuestiones- levantó un puño cerrado, elevando un dedo- uno, estás drogada, o dos- elevó el otro dedo-, estás enamorada. Como la primera es muy poco probable, echaré mis fichas a la segunda. Quiero el nombre y su número para agradecerle por haber devuelto a mi amiga a la vida. Hurra por ella, o él, o quien sea.

    Kara se sonrojó, jugando nerviosamente con sus manos. Con todo el tiempo que había pasado desde la última vez que se vieron, y en parte también por lo ocupada que había estado con su trabajo, la cacería de CADMUS y el resto de sus idas y venidas, no había tenido oportunidad de poner al día a su amiga.

    Le tomó un buen período el explicarle cada detalle desde su misión en el Atlántico. El rostro de Amelia transitó varias expresiones a medida que su relato avanzaba, y la última de ellas, como le hubiese sucedido a cualquiera en su posición, reveló la más evidente y absoluta confusión.

- Aguarda un segundo, ¿me estás diciendo que las amazonas, los Atlantes y todo ese rollo de brujas y espíritus de verdad existen?- Kara asintió-. Y tu novia volvió de entre los muertos convertida en una versión más mortífera y destructora de la leyenda de Aang...- Agachó la cabeza un par de veces y torció los labios-. Suena como que has tenido una semana interesante. Y...- achicó los ojos, sondeando a su amiga como si tratase de averiguar algo que no le había dicho-, entonces Lena es la razón de tu babeo incesante- Kara enseñó los dientes en un gesto culpable-. ¿Así que has estado todos estos días así? Joder... pobre Alex..., tener que compartir el espacio contigo y tus mariposas alocadas...

- Bueno...- Kara se frotó la nuca, debatiéndose en si debía o no decirle la verdad a Amelia.

    El primer despertar luego de haber pasado la noche con Lena fue una de las mejores cosas que le habían sucedido. Aún recordaba con toda precisión la complacencia de su cuerpo y mente al haber sentido la ligereza de las sábanas de seda sobre su desnudez y la leve brisa cálida que ingresaba por la ventana; que trajo a ella el olor y el sabor del mar que se extendía varios metros por debajo.

    Luego percibió su mano escalando su espalda. Esa mano tan suave y caliente que había reposado sobre su vientre la mayor parte de la noche, envuelta por la suya propia.

    Se volteó para mirarla, encontrando reflejados su propio gozo y alegría en sus ojos verdes.

    Lena se adelantó entre las sábanas para darle un beso y entrelazar su cuerpo con el suyo. El reconocimiento de su piel hizo que un placentero hormigueo recorriese a Kara de pies a cabeza.

    Sonrió y la miró con un cariño desbordante, teniendo la sensación de que su lazo se había estrechado profusamente luego de esa noche. Lena la contempló con la misma clase de ternura, abrazándose a uno de sus brazos y apoyando la mejilla sobre éste antes de soltar un suspiro.