Capítulo 53

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Lena se recuperó de la impresión rápidamente y miró a Kara con los ojos desorbitados, presintiendo que aquella situación era, además de confusa, altamente peligrosa para la niña. Esta otra frunció las cejas y contempló a la sombra y a la joven alternativamente y con expresión de recelo.

En ese momento, una fuerte corriente de energía salió de las manos alzadas de la extraña aparición y golpeó a Lena y a Kara con una fuerza absoluta e incombatible. Las dos salieron disparadas hacia atrás y rodaron por el suelo hasta estrellarse contra un par de árboles.

El dolor invadió a Lena como un flechazo ardiente que nació de sus vértebras inferiores y recorrió toda su columna hasta que tuvo la sensación de que le temblaban los dientes. Arqueó el cuerpo y apretó los ojos. Se había quedado sin aire en los pulmones.

- ¡Lena!- Kara apareció en su campo de visión y comenzó a sacudirla por los hombros-. ¡Lena!, ¿estás bien?

La morena no era capaz de responder a esa pregunta. Sin embargo, la lucidez no la había abandonado del todo.

- Kara... Tienes que irte. Recuerda tu promesa.

La niña hizo oídos sordos a esa petición.

- ¡Vamos, levántate! ¡Tenemos que huir las dos!

Lena gruñó e intentó incorporarse con su ayuda, pero un nuevo tirón en la espalda le impidió tal hazaña. Se le ocurrió, angustiosamente, que podría haberse fisurado alguna vértebra o estropeado algún músculo o articulación. Aunque su intención, de todas maneras, no era marcharse. Seguía presente la convincente sensación de que la sombra era uno de los obstáculos que tenía que salvar para conseguir salir de allí. Se le ocurrió que habría tenido sentido que su verdad más oscura tomase la forma de ella misma, ¿pues no había temido siempre que una parte de su ser fuese, precisamente, oscura? Se había criado con los Luthor, y más allá de su esfuerzo y buenas intenciones, existieron momentos en el pasado en los que estuvo dispuesta a creer que el fin justifica los medios, por muy injustificables que esos medios pudieran ser. Era humana, después de todo, y la naturaleza humana siempre va a tener matices que todo mundo desea eludir o ignorar, pero que están ahí presentes, agazapados; disfrazados de ambiciones, de mérito, de errónea justificación y difusas explicaciones. Son aquello acerca de lo que nadie desea decir palabra o enorgullecerse; esa agriedad en las entrañas que vuelve imposible que deseemos mirarnos a los ojos en el espejo. En ciertos y engañosos períodos, podría hasta construirse la feliz ilusión de que esos matices están dormidos; de que han podido erradicarse o arrancarse de raíz. Claro, hasta que la situación adecuada los saca a la luz.

La sombra levitó y comenzó a avanzar hacia la joven y la niña, haciendo vibrar el aire a su alrededor. Lena apretó los dientes y soltó un grito cuando obligó a su cuerpo a hacerle caso y sentarse de una vez. Jadeó y se apoyó en el hombro de Kara para erguirse y pararse, no sin volver a sentir un agónico dolor recorrerla por entero.

Suspiró y cerró los ojos, tratando de despejar su mente.

- Kara, tienes que irte de aquí- Dijo con seriedad.

La niña ladeó la cabeza y apretó su mano.

- No sin ti...

- Hazme caso. Necesito hacer esto.

Eso era lo único que creía saber a ciencia cierta.

- No te dejaré. ¡Es mala, Lena! ¡Quiere hacernos daño! ¿Sabes quién es? ¿La conoces? ¿Por qué se ve como tú?

Lena volvió a suspirar y forzó una pequeña sonrisa mientras apretaba el hombro de Kara.

- Todo se solucionará, cariño. Te prometo que cuando la venza, todo estará más claro. Ahora ve, no quiero que intervengas.

Nuevos Comienzos- SupercorpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora