Capítulo 64

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- ¡Ala, bruta! ¡No la agarres así!

Amelia fue corriendo hacia Diana, que sostenía a Lyla por uno de los pies. La niña, colgando cabeza abajo, pese a la apariencia de la escena, parecía estar pasándose un buen rato. Enseñaba una sonrisa desdentada, y el brillo de su piel parpadeaba, oscilando de un anaranjado amarillento a un rojo acarminado. Durante las últimas semanas, habían descubierto que eso era lo que sucedía cuando la bebé estaba feliz o satisfecha. Sin embargo, su tía Mel no podía tolerar el ver cómo su aún- no- se- sabía- qué (puesto que hacía un buen tiempo que andaban, pero de forma intermitente, así que no era posible determinar la naturaleza de su relación) jugaba a los malabares con la pequeña hija de sus amigas.

Tomó a Lyla en la seguridad de sus brazos y la alejó de Diana, que soltó una risa.

- ¡Es la hija de Kara, por los Dioses! Si se me cayera de las manos, temería más por el suelo que por ella.

- Es una bebé- La reprendió Amelia, acunando a la niña contra su pecho.

- Pues es más madura que tú cuando ves esas filas de mujeres con trajes raros. No la he oído llorar ni una vez. Será toda una guerrera cuando crezca.

Amelia rodó los ojos.

- ¡Se llaman desfiles, cabezota, te lo he dicho unas cinco mil veces! Nunca me escuchas. Y no lloro, solo me desespero a veces. ¡A saber lo que está dispuesta a usar la gente! Y en cuanto a mi sobrina, ¡en la vida te voy a dejar darle una espada!

Diana la abrazó por atrás y besó uno de sus hombros, encontrando sus ojos oscuros con los suyos avellanados. Había cariño en ambas miradas; una ternura que se elevaba por encima de las barreras de su jocosa discusión.

- Pero me dijiste que me sentaba bien la espada-comentó la reina, elevando las comisuras sardónicamente-. Algo como que me veía... ¿cuál era esa palabra moderna que usaste? Parecida a sexo, pero más un adjetivo mundano que un sustantivo... Bah, no importa. Pero en fin, todos los dioses deben aprender a luchar.

- Pues menos mal que mi sobrina no es uno.

- Muchos no estarían de acuerdo contigo- Diana la guió hacia el sillón y ambas se dejaron caer en él-. Quienes son más sensibles a las corrientes de energía y los poderes en la tierra saben de Lyla. Se oyen rumores, como cuando nació el Númex en Lena, pero esta vez el ajetreo es mayor. Hablé con Konumu. Ella vino a verme hace dos semanas. Dice que esa niña que tienes en brazos tiene un destino inmenso. Es decir, solo mírala...

Ambas volvieron sus ojos hacia los glaucos y resplandecientes que las observaban. Lyla tenía una mirada curiosa, inteligente... sobrenatural. Quizás era solo la impresión que generaban los dos soles verdes que constituían sus irises, sembrados alrededor de ese vacío umbroso como el espacio; la cuestión es que cualquiera que se hubiese encontrado esa visión tan sorprendente además de esa candente estela que despedía su piel, no habría dudado en creer lo que el mundo decía.

- Ya.- dijo Amelia- Podría protagonizar el live-action de Hércules de Disney si quisiera, pero aún así, hay que respetar los deseos de Lena. Quiere que Lyla tenga una vida normal. Tú y yo sabemos que si pudiera, le quitaría todos los poderes que tiene. Ella y Kara han sufrido tanto por ser quienes son...

- La vida de los héroes nunca ha sido fácil- concedió Diana, echándose para atrás en el sillón con un gesto sombrío-. Siempre van a haber enemigos, y siempre van a poder alcanzar a las personas a las que amamos. Es un precio enorme, pero trae consigo muchas recompensas.

Amelia estudió sus facciones entristecidas por unos instantes, cuidando entretanto que Lyla no volviera a apretar sus manos como la última vez.

- Y esas recompensas... ¿crees que valen todas sus penas?

Nuevos Comienzos- SupercorpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora