Capítulo 51

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-          ¿Qué sucede?- La pequeña rubia torció la cabeza y se puso de pie, profundamente extrañada luego de haber tenido que repetirle su nombre a su interlocutora más de cinco veces, y que después de eso, se descompusiera de forma tan repentina- ¿Por qué lloras?

Lena apretó los labios y continuó observándola de una forma que reflejaba todo lo inexpresable que se agitaba dentro de ella en el momento. La niña se acercó y apoyó las manitas en sus mejillas, mirándola con intensidad.

-          ¿P-Puedo... abrazarte?- preguntó Lena, temblando de emoción.

Kara agachó la cabeza y permitió que la estrechara entre sus brazos, confundida ante el ímpetu con el que comenzó a llorar su acompañante.

-          No puedo creerlo...- gimió Lena, sintiendo un alivio desmesurado-. Eres tú... No sé cómo no pude saberlo antes... Pero no lo entiendo.- Se apartó y miró el semblante infantil que esbozaba una mueca de preocupación- ¿Por qué estás así, tan pequeña?

La niña frunció el ceño y luego alzó una ceja, separándose de Lena.

-          No sé de qué me hablas- se cruzó de brazos-. ¿Qué quieres decir con esas cosas? ¿Me conoces?

Lena se tragó el nudo que se le había formado en la garganta, compuesto por frases y palabras inconexas que habrían asustado a la pequeña frente a ella. ¿Cómo explicarle a su esposa, que seguramente aún no había perdido todos los dientes de leche, que era justamente eso; su esposa? No podía arredrarla de esa manera; era impensable hacerle entender algo así. Tuvo que obligarse a deshacerse de las ganas que tenía de que Kara supiera la verdad. Así no podría recuperarla realmente, o como tenía previsto o deseaba. Necesitaba un cambio de planes para el que tendría que recurrir a todo su estoicismo. Se secó las lágrimas e inspiró una profunda bocanada de aire, intentando concentrarse en el aquí y el ahora. Bien. No había duda alguna de que se trataba de Kara. Eran sus ojos; su temeridad y su amabilidad, acompañadas de una despreocupación y orgullo infantil que resultaban algo nuevos, pero acordes. No había forma alguna de confundirla. ¿Pero qué sentido tenía todo aquello? ¿Dónde estaban? ¿Acaso había caído en la fuente de la juventud o algo parecido? Las dudas eran innumerables. Ojalá el ente que la guió al Rac Atreúr le hubiese dado alguna otra pista. Había encontrado a Kara, ahora solo quedaba volver. Quizás al volver, su esposa volviera a ser la misma, o al menos una versión de ella preferiblemente posterior a la pubertad. Bien. Según las instrucciones de su guía, tenía que hacer dos cosas para salir de allí; vencer su peor miedo y hallar su verdad más oscura. No sabía cómo hacer una cosa ni la otra. Buen comienzo. 

-          Lena- dijo la niña, y la joven se dio cuenta de que se había ausentado por un rato considerable-, ¿en qué piensas?

Lena suspiró y se pasó las manos por el rostro, cruzándose de piernas. <<En que el universo es un cabronazo, y tiene un sentido del humor de puta madre>>, pero no podía decirle eso.

-          En muchas cosas. Lo siento, estoy un poco cansada.

-          Ya, se nota- Kara estiró los puños hacia arriba y bostezó. Lena no pudo evitar pensar en lo cortos que eran sus brazos. En lo pequeña que era ella. Otra vez, ¿qué diablos había pasado?-. Yo también estoy un poco cansada. No pude llegar al río hoy, porque me encontré contigo- miró hacia el agujero por el que ambas habían llegado allí-. Mañana volveré a intentarlo.

-          ¿Irás a donde está Alnebis?- Lena sintió de un momento para otro que su estómago pesaba como un saco de piedras-. No puedes hacer eso.

Kara volvió a alzar una ceja.

-          ¿Por qué no?

<<Porque volverá a matarte, y acabo de recuperarte>>, pensó Lena, y su mirada debió transmitir un esquicio de esa idea.

Nuevos Comienzos- SupercorpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora