La isla de Temiscira era aquel profético día anfitriona de un importante ajetreo. Las calles de la antiquísima ciudad estaban pobladas de hombres y mujeres de todas las índoles habidas y por haber, y cada uno de ellos, portaba por su cuenta un arma o era, en sí mismo, el arma de la que pensaba hacer uso en la inminente lucha.
Kara se paseó frente al batallón de jóvenes y no tan jóvenes que Bruce Wayne, durante el último año, se había encargado de reclutar. Todos eran héroes de mayor y menor peso, conocidos y desconocidos en la tierra. Algunos actuaban en las sombras, obrando sin que nadie supiese de ellos y, por lo tanto, no habían sido descubiertos más que por medio de las leyendas y las historias que se contaban de sus hazañas, que para los humanos, podían o no ser reales. Otro buen porcentaje lo constituían los Guardianes del Universo, o Linternas Verdes —compañeros de Hal—, enviados por el consejo; pues era de interés universal el hecho de que el Abrasador no consiguiera completar su poder con el Númex.
La joven se detuvo junto a su primo, Bruce y Diana, que se hallaban discutiendo con seriedad, algo apartados del resto.
- ¿No se ha sabido nada?- Preguntó.
Los otros tres hicieron gestos negativos.
- Por lo que se conoce, podría penetrar la atmósfera en cualquier momento de las siguientes veinticuatro horas- contestó Clark-. Solo hay que estar preparados para recibirlo.
- ¿Y Lena?- Inquirió Diana.
Kara hizo un gesto de impotencia.
- Está dentro, cambiándose el vestido de la boda por una armadura- se mordió el labio y miró hacia un lado, contrariada.
Clark apoyó una mano en su hombro.
- Lamento que esto haya tenido que suceder justamente hoy, Kara.- Dijo, sinceramente apenado-. ¿Por qué no vas con ella? Nosotros nos encargaremos de organizar las tropas. No se sabe lo que pueda pasar. Es mejor aprovechar a estar con nuestros seres queridos lo más que podamos.
Kara asintió y desvió los ojos hacia Luisa, que charlaba no muy lejos de allí con una joven morena de tez oscura que más temprano le habían presentado como Iris, la esposa de Barry Allen. Se dio cuenta entonces, no sin cierto alivio culposo, que todos estaban en la misma situación que ella; que si eran derrotados, no sería la única en perder todo cuanto amaba.
Anduvo por dentro de los pasillos de techos ovalados de la casa de la reina, apretando el paso para llegar a la habitación donde ella y Lena habían intimado por primera vez. Los recuerdos de aquella noche turbulenta, no muy distante a haber encontrado a la morena sumergida en el ojo de un huracán que ella misma había creado, llenaron su estómago revuelto de una calidez reconfortante, así como también colaboraron en templar su ánimo ligeramente. La efímera sensación le resultó un gran alivio. Desde el momento en el que había acudido al llamado de Winn y visto el cielo al que de niña le había temido tan irracionalmente, su cabeza y su corazón se habían tornado en un revuelo de amargura y miedo inenarrable.
Tocó un par de veces a la puerta y empujó el marco para colarse dentro de la habitación. Lena la observó desde la cama, donde yacía sentada aún con el vestido puesto. Aquello que usurpaba sus ojos consiguió que a Kara se le oprimiera el pecho. Se trataba de una mirada devastadora; una que conjugaba con todo lo que se retorcía, venenoso, dentro de su núcleo interno.
Saliendo de la parálisis en la que la había sumido aquella imagen y el roce de sus focos, Kara se puso en movimiento y se apostó de cuclillas delante de su esposa, secándole las gruesas lágrimas que resbalaban por sus mejillas y quebrándose también ella.
ESTÁS LEYENDO
Nuevos Comienzos- Supercorp
Fanfiction"El camino a la grandeza está repleto de cuestas y obstáculos, de amistades y enemistades, de amores y pérdidas... Pero llegarás a la cima algún día, pequeña; y cuando eso ocurra, todo lo que tuviste que pasar al fin cobrará sentido ante tus ojos" L...