Prólogo

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Idara

-No sigas.- La voz de mi hermano me hacía sentir cada vez más mortíficada.

-Deberíamos de hacerle caso a nuestro padre.-No podía ocultar el nerviosismo en mi voz.- Esto es peligroso. Estamos demasiado cerca de su territorio.

Oliver me dirige un gesto de exasperación con la mano.

- No seas miedosa.- Sostuvo su arma en alto.- Será divertido.

Realmente tenía mis dudas con su afirmación. Mi hermano era realmente bueno para matar vampiros o cualquier otra raza sobrenatural que él consideraba una "aberración" para los humanos, yo, por mi parte, seguía estudiando en la academia y estaba iniciando mis prácticas exteriores. Tenía a Oliver como mi tutor oficial durante las asignaciones oficiales y normalmente no me preocupaba y llegaba incluso a disfrutarlo.

Sin embargo, esto lo era una asignación.

Era un extra oficial.

Oliver quería escarbar sobre el pasado de nuestra madre pese a que nuestro padre nos había prohibido expresamente hacerlo y eso nos dejaba en la mansión de un noble que según mi hermano tenía información sobre nuestra progenitora. Sin embargo, tenía un mal presentimiento, muchas ganas de darme la vuelta y correr hasta llegar a salvó a mi habitación.

- Oliver, de verdad, creo que deberíamos irnos.- Me aferré con fuerza a mi estaca.

- Vamos, conseguimos la información y nos vamos, Dara.- Me guiñó el ojo y siguió moviéndose entre los árboles con sigilo, prestando atención a su alrededor.

- Pero...- Estaba aterrada.

- Vamos a separarnos.- Me interrumpió.- Yo entraré y te vas a quedar cuidando el perímetro, en este momento tienes demasiado miedo y no serás más que un estorbo.- Ignoró mi expresión de dolor.- Volveré pronto.

Intenté protestar, pero mi hermano se fue sin mirar atrás dejándome entre la oscuridad y los tenebrosos árboles rumiando mi miedo.

Estaba sola, en el bosque, en un estado casi de pánico ante cualquier mínimo sonido como el crujido de las hojas moverse en las copas de los árboles llevadas por el viento o el sonido de los grillos con sus irritantes y cortos chillidos. Mi respiración también me pareció demasiado ruidosa para mí gusto.

Me obligué a calmarme y puse mi cuerpo en posición de defensa. Mis manos se crisparon y me sentí en peligro, pero no sabía en qué dirección se encontraba y mi vista se limitaba al bosque en penumbra.

El sonido de la naturaleza de pronto me pareció demasiado peligrosa y tomé la decisión de retroceder. Levanté mi teléfono celular con la intención de alertar mi hermano.

Pero no lo logré.

Alguien, con fuerza y rapidez inhumana me inmovilizó por detrás y arrebató mi teléfono arrojándolo al tronco de un árbol, donde se estrelló quedando inutilizado al caer al suelo.

- Y yo creía que está noche no podría vender nada.- El aliento y la voz masculina sobre mi cuello me provocó un escalofrío de temor, estaba cargado de burla, diversión y sadismo.

- Suéltame.- Traté de usar mi estaca en él, pero mi mano fue atrapada y me la apretó tan fuerte que terminé cediendo y soltando la con un gruñido de dolor.

Jaló mi cabello bruscamente y grité llevándome las manos a la cabeza, tratando de evitar que me dejara sin cuero cabelludo.

- Me vas a dar mucho dinero.- La risa en sus voz fue lo último que escuché antes de sentir la jeringa atravesar mi cuello y luego la oscuridad.

Cautivas (La Guerra Eterna Parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora