Capítulo 4: El comienzo de las clases

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Roxy se encontraba en un espacio vacío, todo era blanco y estaba iluminado por una hermosa luz dorada. Se escuchaba una melodía armoniosa, tan dulce que le ponía los pelos de punta. De repente, otra vez se mostró ante ella aquel ángel... Aquellas hermosas alas doradas de un ángel sin rostro llevaban atormentándola desde hace años, pero jamás lograba alcanzarlo.

—¡Espera! —grito intentando alcanzarlo.


Roxy abrió los ojos en su habitación, y lo primero que vio y escuchó, fue el despertador. Se incorporó y se frotó los ojos con la mano, antes de apagar la dichosa alarma.

—Buenos días —la saludó Misty desde la puerta—. Venía a despertarte por si te habías dormido.

—Ya ves que no, pero gracias.

—Lana y Morgan están desayunando abajo, date prisa y vístete si quieres comer algo.

—Sí, iré en un momento.

—Vale, yo voy bajando. Te veo ahora.

Misty cerró la puerta y Roxy soltó un suspiro, antes de volver a tumbarse. Miró su mesilla de noche y observó una fotografía, en la cual se la veía a ella de bebé, junto a sus hermanas y su padre. Aunque estaba nerviosa, tenía muchas ganas de empezar las clases, pero aquel sueño le había quitado el ánimo.

—Otra vez se ha vuelto a escapar —murmuró para sí misma—. Si al menos supiera lo que significa.

Soltó otro suspiro y fue al baño a arreglarse para las clases, pero al final se entretuvo y tuvo que salir rápido para no llegar tarde. Caminaba tan distraída, terminando de guardar las cosas en su bolsa, que se chocó con alguien, tirándole los libros que llevaba en las manos.

—Oh, perdón —se disculpó, recogiendo el libro a la vez que la otra persona.

—Descuida.

Cuando Roxy miró hacia delante, lo primero que vio fueron los profundos ojos azules del profesor Peters, con un extraño arco dorado alrededor, similar al suyo. El profesor seguía vistiendo con un traje blanco, su camisa cerrada no tenía picos en el cuello, y tampoco se ponía corbata; al parecer era su look distintivo. Iba muy pulcro y elegante, y tenía una expresión encantadora; parecía sacado de una novela.

—Lo siento mucho, profesor Peters —se volvió a disculpar Roxy, entregándole uno de sus libros.

—Descuida. —El profesor la disculpó, con una amable sonrisa—. ¿Cómo te llamas?

—Roxy.

El profesor era tan alto que Roxy debía alzar la vista para poder mirarlo a la cara mientras hablaba.

—Roxy —repitió el profesor—. De primero, ¿no?

—Sí.

—Deberías tener más cuidado, podrías hacerte daño si no miras por dónde vas.

—Sí, lo lamento mucho. —Roxy se sentía avergonzada.

—Descuida, yo tampoco miraba por donde iba —admitió el profesor. Su sonrisa hizo sonreír también a Roxy, por primera vez en toda la mañana—. Bueno, te veré en clase.

—Sí, profesor.

Ambos se marcharon, cada uno hacia un lado. Era verdad lo que decían del profesor Peters, era imposible no sonreír al verlo, desprendía un aura de serenidad y comprensión, era muy dulce y te hacía sentir seguro con solo mirarte.

Pronto Roxy llegó al comedor y buscó a sus compañeras.

—Roxy, aquí —la llamo Eli en cuanto la vio. El hada divisó a sus compañeras sentadas junto a sus hermanas y se acercó a ellas—. ¿Dónde estabas?

La magia de Avalon: Bienvenidos [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora