Capítulo 63: Casi milagros

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—Nosotros siempre fuimos el objetivo —afirmó la directora. Los tres profesores habían regresado con las manos vacías. Se habían llevado el cristal—. Deduzco que inhabilitaron las comunicaciones y encubrieron el ataque frente a Naron con un hechizo. Ni sabrán lo que ha pasado.

—¿Eso se puede hacer? —preguntó Peters.

—Eres el profesor de canalización, Peters, ya deberías saberlo —señaló Vanyan.

—Despídeme.

—¿Y qué debemos hacer ahora? —pregunto Darion a la directora.

—Por el momento, no mucho. Ve a Naron para enviar un mensaje a los guerreros de élite. Los demás, solo cuidad de los niños, esa debe ser nuestra prioridad ahora mismo.

Los tres profesores se miraron con duda, pero finalmente asintieron y salieron de la sala. Arcos suspiró cuando se quedaron solos.

—Debí protegerlo mejor —se lamentó.

—Tonterías. A mí se me escapó uno de las manos en la cara.

—¿Qué vamos a hacer ahora?

—No lo sé. —Se pasó los dedos por la sien—. Necesito espacio para pensar con claridad.

Arcos le puso una mano en el hombro.

—Todo va a salir bien —dijo para calmarla.

Sierra agarró su mano y apoyó en ella la mejilla. Su optimismo siempre la reconfortaba, y su cercanía le daba fuerzas.

Se avecinaban tiempos oscuros.


Peters se vio obligado a pasar por un chequeo por parte de Margarita en la enfermería. Sierra quería asegurarse de que estaba bien. Vanyan aguardaba por saber el resultado de las pruebas. Aunque no podían hacerle un examen exhaustivo en la nave.

—¿Y bien? —preguntó el elfo cuando acabaron.

—Dice que estoy buenísimo —bromeó Peters.

—No es divertido. —Vanyan se aproximó a él y habló en voz baja—. Te sentí morir, Peters.

—Estoy bien. —Agarró su brazo—. Sigo aquí.

Vanyan suspiro. No quería cuestionar lo que había pasado, daba gracias porque Peters siguiera con vida, pero era muy extraño. Y a menudo las cosas extrañas tienen consecuencias.

—Los exámenes indican que está todo bien —les informó Margarita—. Yo diría que se encuentra mejor que todos nosotros.

—¿Estás segura? —preguntó Vanyan.

—No me cuestiones, orejas picudas. —Peters rio por el apodo. Siempre le divirtió que Margarita y Delia no tuvieran ningún reparo a la hora de enfrentarse a Vanyan—. Todo es normal en él. Bueno, normal a lo Peters. No puedo hacer un escáner del flujo mágico aquí. Pero su salud es impecable.

—¿Lo ves? Te preocupabas por nada —dijo el mago.

Vanyan rodó los ojos.

—Lo que tú digas. Entonces ponte a trabajar.

Peters fingió toser.

—Uy, de repente me encuentro fatal.

—No cuela. —Vanyan salió de la enfermería.

—¿Por qué se alteran tanto? —preguntó Peters.

—Hay muchos cabos sueltos en toda esta historia. Si los atamos todos, quizá podamos anticiparnos a lo que se avecina.

La magia de Avalon: Bienvenidos [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora